Perdón y reconciliación israelo-palestina en Yom Kipur

Tras las elecciones de septiembre, en el polarizado escenario político israelí se suscitó una áspera polémica relacionada con el voto de miles de judíos a la Lista Árabe Conjunta, un apoyo que fue inmediatamente demonizado en términos agraviantes desde un sector oscurantista del sionismo religioso. La respuesta a la difamación derechista vino de la mano de Eitan Kalinski, un profesor de Tanaj que reivindicó con orgullo su judaísmo humanista bíblico. Oportuno resulta el análisis del intelectual Leonardo Senkman desde Jerusalén, en exclusiva para Nueva Sion, acerca de este intenso debate en el marco del concepto judío del perdón y la contrición propia de los Días Terribles.
Por Leonardo Senkman

La confesión es un mandamiento: no serán perdonados si no se arrepienten y confiesan. (…), y aún en casos en los que haya devuelto lo sustraído y hubiese pagado la deuda, o hubiera presentado una ofrenda, no serán perdonados, ni siquiera si habrían indemnizado por el daño físico causado, si antes no decidiesen confesar y se arrepintieran.
Maimónides, “Hilkhot Teshuva” Mishne Tora.

¿Hay judíos en Israel que rezan plegarias de arrepentimiento vísperas de Yom Kipur por el daño infligido a población civil palestina? Sí, por cierto y, además, durante diez días de contrición en Yamim Noraim varios pasan revista de la violencia punitiva en todo el año, aunque ellos mismos no hayan estado directamente involucrados. Estos valientes tzadikim creen avant la lettre en el ético precepto talmúdico: “Durante todo el año las personas deben verse mitad culpables y mitad inocentes, y ver a todo el mundo en idéntica comparecencia. Si pecara solamente por una falta, se condenaría el mundo todo y también a sí mismo; pero si realizara una buena acción, se podría salvar él, y todo el universo” (Kidushin 40).
El profesor de Tanaj, educador y poeta octogenario Eitan Kalinski (1937, sexta generación enraizada en Petaj Tikva) seguramente habría hecho una acción reparadora al apoyar en las última elecciones de septiembre a la Lista Árabe Conjunta (los partidos Jadash, Ra´am, Balad y Ta´al), votados por miles de destacados académicos e intelectuales, y no solo afiliados al partido comunista Jadash.
Pero la reacción difamatoria no tardó en llegar. De modo semejante a otras respuestas, el agravio, y no la crítica política, fue empleado por Israel Harel en su nota descalificadora que tituló “Olvidaron lo que significa ser judíos” (Haaretz 27/9/19). Kalinski se sintió vituperado y contestó indignado reivindicando orgulloso su judaísmo humanista bíblico en el artículo “Judío, el Tanaj nunca está fuera de sus manos” (Haaretz 7/10/19). No le faltan credenciales judaicas a este hebraísta, lingüista y profundo conocedor no sólo del Libro de los Profetas. Israel Harel , fundador del Instituto para el Sionismo Religioso y del Consejo de Comunidades de los colonos en Judea, Samaria y Gaza, imputaba a votantes como Kalinski -uno de los 50 mil judíos que apoyaron la Lista Conjunta-, una supuesta complicidad con el terrorismo aludiendo a la posición islámica de Balad, el cuarto partido que la integra.
Con una aviesa jugada retórica para demonizar a toda la Lista Conjunta, desde su columna semanal en Haaretz, además, Harel los acusaba de “traición” por haber votado a Ammar Ahmad Tibbi, veterano diputado del partido nacionalista árabe Ta’al. El odio antiárabe de este ideólogo de la derecha religiosa oculta a sus lectores que desde siempre Tibbi reconoce la soberanía del estado de Israel, aunque le exija igualdad para sus ciudadanos árabe- palestinos, sin discriminación y respeto mutuo en un Estado judío democrático.
Sin dudas, la agresiva reacción de Harel contra toda la minoría árabe israelí (20 % de la población), se hizo aún más prejuiciosa e histérica después de conocerse los resultados electorales de la Lista Conjunta: 13 bancas, el tercer partido de la Knesset; sin dudas, la reacción se tornó muy violenta después que su líder, Aymar Odeh, ofreció el apoyo de la Lista Conjunta al candidato de la lista Azul y Blanco, el general Benny Ganz, a fin de armar una coalición de centroizquierda y acabar con la era Netanyahu. Tal respaldo político de la minoría nacional árabe a un partido sionista no ocurría en Israel desde 1992, cuando sus diputados apoyaron en la Knesset al laborista Isaac Rabin para impulsar los Acuerdos de Paz de Oslo.
No sorprende , pues, que en un polarizado escenario postelectoral, Harel se abstuviera aviesamente de mencionar la motivación principal de miles de judíos israelíes (no sólo los afiliados a Jadash) de votar a la Lista Conjunta, esperanzados por un discurso prometedor de Aymar Odeh hacia la coexistencia judeo-árabe; peor que peor: aprovechando el clima macartista de incitación al odio contra intelectuales progresistas, Harel procura convencer de que los votantes de la Lista Conjunta serian ‘cómplices’ de una siniestra estrategia conspirativa de algunos miembros de Fatah (aunque sólo cita a Bargutti, convicto a pena perpetua).
Ahora bien, la acusación descalificadora de Harel contra progresistas israelíes, quienes se habrían presuntamente “olvidado lo que significa ser judíos”, ha merecido una ejemplar carta de respuesta de Eitan Kalinski, la cual pasó desapercibida en Israel y que merece ser difundida a lectores latinoamericanos por varias razones.
Primeramente, porque a pesar de provenir de un intelectual y educador laico, su autor asume el ser judío desde una vertiente humanista bíblica, cuyo conocimiento no le va a la zaga a estudiosos de las fuentes judaicas como Harel. Ya en varios artículos anteriores Kalinski se ufanaba de que el judaísmo laico humanista rescata más fielmente a la tradición y el acervo hebreo y sionista que algunos exponentes del nacionalismo religioso (Haaretz, 17/4/2019).
Una segunda razón para difundir la postura de Kalinski es que su humanismo hebreo y vocación de confraternidad judeo-árabe los aprendió de un talmudista y escritor profundamente religioso. En efecto, en su respuesta asertiva recuerda a Harel que desde su juventud “nunca había olvidado ser judío” cuando adhirió a la posición ideológica y política sionista religiosa de Rabí Binyamin, seudónimo de Yehoshua Radler-Feldmann (1880–1957), uno de los fundadores de Mizraji, movimiento madre del partido sionista religioso Mafdal. Polemizando con Harel en su mismo campo semántico de valores religiosos sionistas (aunque simétrica e inversamente), Kalinski menciona algunos hechos de la trayectoria y pensamiento de Rabí Binyamin respecto de la cuestión árabe que continúan influyendo hasta la fecha en su vida personal y política en Israel.

Inspiración en el sionismo religioso
Rabí Binyamin había sido editor del periódico del movimiento sionista religioso Hatzofé durante toda la era pre-estatal, y luego de la creación del Estado de Israel editó el mensuario Ner. Anteriormente, fue uno de los fundadores en 1925 de la asociación Brit Shalom -junto con Arthur Ruppin, S. H. Bergman, Hans Kohn y Gerson Scholem- , a fin de abogar por un Estado binacional árabe-judío. En 1939, a consecuencia de la escalada de ataques terroristas del Irgún contra población civil árabe, Rabí Binyamin publicó un libro pacifista de ensayos suyos y de otros intelectuales para condenar el derramamiento de sangre inocente bajo un título emblemático: Contra el terror.
Una tercera razón de dar a conocer la citada carta nos aproxima más a nuestros años, al recordar el pensamiento ético y político de Rabí Bibyamin, mentor espiritual e ideológico de Kalinker. El 29 de octubre de 1956, en vísperas de la invasión conjunta israelí, francesa y británica de Egipto, Rabí Binyamin dio un ejemplo personal de ética judía. Porque después de levantado el toque de queda, cuando 49 aldeanos árabes que regresaban a Kfar Qasim de sus faenas agrícolas fueron muertos por un pelotón de la policía fronteriza israelí, Rabí Binyamin se voluntarizó para trasladarse a la aldea y expresar su solidaridad y dolor con los deudos de la después conocida “masacre de Kfar Qasim”.
La consternación y solidaridad judeo-árabe de Rabí Binyamin anidaban desde antes: ya en marzo 1956 había publicado en su revista Ner, de la Asociación Ihud, un mensaje seminal de ética judía, titulado En una visión nocturna soñada: Nuevo mensaje israelí a nuestros hermanos infiltrados. Los infiltrados eran refugiados palestinos de la franja de Gaza, entonces bajo dominio egipcio, y por cuyas asiduas incursiones Israel justificó el pretexto de asociarse a Inglaterra y Francia en la aventura colonial de la Guerra del Sinaí.(29/10/1956 – 5/11/1956).
El imperativo categórico ético de ese manifiesto de Rabí Binyamin era: “No hagas nada en tu corazón para privarlos de su tierra ancestral”; y pese a que estaba completamente marginado del mainstream sionista y político de Israel en 1956, inspirará a sionistas humanistas laicos como Eitan Kalinski incluso en 2019 para no perder la fe en la esperanza de reconciliación judeo-árabe. No por acaso, Eitan Kalinski recuerda en su carta- respuesta a Harel aquella exigencia de Rabí Binyamin para que Tzahal en vísperas de la Guerra de Sinaí cesara de catalogarlos de “infiltrados” a los refugiados palestinos de Gaza que deseaban volver a sus hogares y aldeas: “Los recibiremos como hermanos, no como infiltrados, los recibiremos como maapilim (inmigrantes clandestinos judíos perseguidos y encarcelados por los británicos en los últimos años del Mandato en Palestina)”. El mainstream sionista durante esos años ridiculizaba por utópico y completamente fuera de la realidad del Medio Oriente el imperativo categórico ético de Binyamin.
“A partir de ahora, los refugiados no tendrán que infiltrarse sigilosamente, temblando de miedo y temor, sino que podrán entrar con calma, en paz y tranquilidad; (…) los recibiremos como hermanos, con afecto y compañerismo” (ibídem).
(Véase sobre las ideas pan-semitas árabe-judía de Rabí Binyamin en su texto “En una visión nocturna soñada: Nuevo mensaje israelí a nuestros hermanos infiltrados”, en Shmuel Sermoneta-Gert, ”A vision seen in a dream: A leading religious Zionist’s 1956 call for the Palestinian refugees to return”, https://mondoweiss.net/2012/11/a-vision-seen-in-a-dream-a-leading-religious; en hebreo: http://www.tarabut.info/en/home/),

Sin embargo, y mal que le pese al establishment sionista, que silencia desde entonces al mensajero, el mensaje de Rab Binyamin fue oído y seguido por algunos pacifistas como Kalinski, cuya conmiseración se había despertado no solo por aquellos “maapilim refugiados de Gaza”, ya mucho antes fue perturbado durante su primer encuentro con chicos sobrevivientes de la Shoah arribados al flamante Estado hebreo, pero al igual que a otros tzabras (nativos), entonces su infortunio le resultaba insondable. Al cabo de varios años, Kalinski sentirá necesidad de escribir un conmovedor poema dedicado a Zalman, uno de aquellos muchachitos huérfanos refugiados, a fin de pedirle perdón por su altanera condescendencia tzabra hacia los extraños “olim” rescatados de los campos.
Desde entonces, Kalinker se voluntarizará para expresar personal y poéticamente su solidaridad con otros inmigrantes como Alexei y Natasha, y además compondrá otros textos de protesta contra el cruel trato a los refugiados africanos en Israel, indignado porque numerosos incluso son deportados a sus países de origen por el gobierno del Estado judío (véase el lúcido comentario de Dan Almagor sobre el último poemario de Kalinker, “Asfan shel Shalom” (2013), en Iton 77 (mayo-junio 2014).
Kalinski se comprometió a observar con integridad el imperativo bíblico “Justicia, justicia perseguirás” no solamente en Israel. También su compromiso ético llegó a denunciar complicidades de factores de poder israelíes con la violación de derechos humanos en América Latina. He aquí otra ineludible razón adicional para que se conozca la trayectoria ética del autor de la carta respuesta a Harel que comentamos. En 1989, Eitan y su esposa fueron enviados por la Agencia Judía para enseñar en una escuela judía en Santiago de Chile. Era el ocaso de la brutal represión de Pinochet, y el matrimonio Kalinski sintió necesidad de concurrir a diez manifestaciones contra la dictadura y en apoyo a la transición hacia la democracia chilena. Y años después, cuando varios refugiados chilenos olim asesorados por Eity Mack, activista israelí por los derechos humanos, elevaron una petición para exigir al Estado judío libertad de acceso a información confidencial que revelara sobre sus vínculos con el régimen de Pinochet, sin dudar Eitan Kalinski aceptó adjuntar una declaración jurada de su denuncia como ciudadano israelí que residió tres años en Chile (Véase la crónica de Eity Mack en 972 Magazine, 8/11/2017).

El desperdicio de oportunidades de reconciliación: exigencia de arrepentimiento en Yom Kipur
¿Acaso es completamente extemporáneo volver a repetir en septiembre de 2019 esa petición de Rabí Binyamin de octubre 1956 en que llamaba “maapilim” y no infiltrados a los “originarios” palestinos, recordada por Kalinski en su carta del 7/10/19? ¿Realmente resulta trasnochado y obsoleto volver a citar el “Nuevo mensaje israelí a nuestros hermanos infiltrados”, de Rabí Binyamin, cuando aún continúan desde hace un año y medio las marchas de refugiados desde Gaza?
¿No será que la cita de Kalinski va más allá de ser oída/leída como una anacrónica distopía? Reproducido el disruptivo mensaje de Rabí Binyamin en pleno Yamim Noraim 5780, cuando los judíos piadosos realizan una verdadera contrición, y procuran la teshuvá en tanto arrepentimiento y retorno para pedir y merecer el perdón, ¿no estaríamos ante un impostergable modo diferente de ser judío? Un modo fraternal de ser judío en la convivencia con el Otro, avant la lettre de los Profetas, precisamente cuando hoy están totalmente enfrentados ambos pueblos, los originarios y los que regresan a la misma y disputada tierra?
Esta modesta carta de Kalinski que encomienda a sus lectores a conocer a Rabí Binyamin constituye un ejemplo profundo de ética judía que debiera ser recuperado por la sociedad civil israelí. Acertadamente Dan Almagor caracteriza a Kalinski no solo como poeta, sino un “enamorado de la ética y el coraje de los profetas bíblicos”, recordándonos que él prefiere llamarse a sí mismo «un coleccionista infatigable de la paz», título de su último poemario (2013), destacando su participación “en manifestaciones turbulentas y peligrosas en Bil’in, Susya, Al-Arakib y otros localidades árabes reprimidas por Tzahal” (Iton 77, mayo-junio 2014).
Dice el Talmud: “El perdón no se obtiene por gracia sino por acción del arrepentido. Su alma no queda en paz si no atraviesa el proceso de teshuvá hasta el final. Y si en Yom Kipur es posible le sean condonadas las faltas cometidas contra Dios, aquellas contra sus semejantes sólo serían perdonadas si se comprometiese a reparar el daño y cumplir con la promesa de pedir perdón del Otro herido. Más aun, los sabios del Talmud advierten que no basta su juramento de cambiar si no asume además el dolor por el oprobio infligido al Otro, colocándose en la misma circunstancia del ultraje y daño sufridos.
Aquellos que estamos comprometidos con la reconciliación israelo-palestina, ¿no debiéramos componer una nueva plegaria para pedir perdón en Yom Kipur por tantas oportunidades disipadas? Y si es cierto que ambos pueblos deberían arrepentirse, no uno solo, para pedir perdón de tantos crímenes y faltas cometidas, ¿acaso no ha llegado el momento que quienes hacen contrición en Yamim Noraim seamos los primeros en reconocer nuestra culpa por haber desperdiciado invaluables ocasiones de empezar el diálogo hacia la tan esquiva reconciliación?