La Sociedad Interamericana de Prensa y el caso Eliaschev:

Kirchner utiliza “los medios estatales como agencias de propaganda”

Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), lo ocurrido con el periodista argentino José ‘Pepe’ Eliaschev, impone nuevamente replantear lo que el organismo, receptor de duras críticas por parte del Gobierno de Néstor Kirchner, viene sosteniendo que en la Argentina se usa y abusa de los medios del Estado.

Hoy, y luego de la censura al periodista José ‘Pepe’ Eliaschev en Radio Nacional –emisora en la que le levantaran su programa sin previo aviso-, el director de Libertad de Prensa de la SIP, Ricardo Trotti, acusa al gobierno de «entender que los medios del Estado le pertenece» y «los utiliza como agentes de propaganda». Al mejor estilo ‘rosista y stalinista’, según Eliaschev.
Trotti, señaló que lo ocurrido con el periodista, José Eliaschev, impone plantear lo que está ocurriendo en Argentina con los medios del Estado.
«El gobierno argentino entiende que Radio Nacional y Canal 7 les pertenece, y los utiliza como agentes de propaganda, una política que se repite en las sucesivas administraciones», afirmó el titular del Instituto de Prensa de la SIP.
Advirtió que casos como el de Eliaschev se presentaron en varios países centroamericanos, donde existe una concepción similar respecto a los medios oficiales.
Trotti indicó que cuando los medios son independientes del poder pueden delimitar la capacidad de los periodistas, fijar una política editorial creíble, y programar en base a sus propios ingresos, pero -subrayó- que «considerando como se maneja éste gobierno (por el de Néstor Kirchner), no cabe duda que lo de Eliaschev (el levantamiento intempestivo del ciclo «Esto que Pasa») puede ser una actitud de represalia».

Por su parte, en una entrevista con el diario ‘Río Negro’, Eliaschev sostuvo que Kirchner tiene un estilo rosista y stalinista en una entrevista.

Hace unas horas le comunicaron que levantaban su programa de Radio Nacional, denunció al gobierno por censurarlo y manifestó estar en estado de shock. ¿Cómo se siente 24 horas después?

Hay alguien que habla del efecto traumático de estos acontecimientos. En verdad, el efecto traumático no termina de ser conocido por el ser humano hasta que lo vive. Yo no quiero dramatizar: tengo 41 años de ejercicio en la profesión, estuve 10 años exiliado y esto no es lo más grave que me pasó en la vida. Aun así, fue un golpe fortísimo porque produce lo que sus ejecutores se propusieron.

¿Y cuál es el efecto que produce este tipo de golpes sobre un periodista?

Nada de terror. Tengo muchos defectos pero no el del miedo; sí una suerte de impacto generalizado que crece con el paso de las horas. Sacar a alguien que estuvo veinte años en el aire radiofónico es una experiencia muy intensa y difícil de transmitir, aun cuando yo soy una persona que escribe y hoy comienzo un programa de televisión por cable y tengo mi página web, y no puedo decir que estoy amordazado porque sería una mentira. La radio era y es mi instrumento natural de comunicación. Quedé como pez fuera de su pecera. Y el segundo sentimiento, que no se lo he dicho a nadie, es el de una profunda conmoción, algo que no me pasó nunca, y es la solidaridad sin fronteras ideológicas que recibí en las últimas 24 horas. Estoy profundamente conmovido; el teléfono no ha parado de sonar. Estoy gratamente impresionado. En un punto hay como una adrenalina; uno se siente no el héroe de la película, pero sí muy reconfortado y acompañado.

Hasta el New York Times se ocupó ayer del tema.

Sí, sí, la preocupación por la conducta del gobierno con la prensa es unánime. Y hoy es tres de enero, en las ciudades grandes no queda nadie y el impacto fue enorme. ¿Qué hubiese pasado si esto se producía en marzo? A medida que van pasando las horas y los medios, tan oportunamente, lo van reciclando, lo van haciendo conocer, los gestos de solidaridad crecen. El Congreso está en receso y me han llamado diputados de todos los bloques, excepto los kirchneristas, obvio. Además, el diputado radical rionegrino, Fernando Chironi, elevó un pedido de informe. Yo no puedo decir que acá haya habido impunidad, pero en un punto, por mi edad y por mi experiencia, no me quiero creer la película. El poder siente que tiene viento de cola y se excede.

Habla de una conducta del gobierno con la prensa. No es la primera vez que se denuncian actos manipulatorios y cada vez que ocurren se traducen en exceso de poder por parte del gobierno. ¿No cree que se trata de un acto de debilidad?

Primero, el presidente Kirchner no da conferencias de prensa porque le tiene terror a las re preguntas. Debe ser el único país del mundo democrático donde esto ocurre. Pero tampoco atendió a la SIP y no respondió a los llamados de atención de distintas instituciones que denunciaron su trato hacia los medios y la opinión pública. Al margen de esto, veo un estilo rosista y stalinista en este presidente. Y en segundo término, deberíamos preguntarle a un psicoanalista si el querer silenciar a la prensa es un acto de debilidad. Personalmente, creo que si fueran débiles estarían menos preocupados. El gobierno siente que es a prueba de balas. Hubo gobiernos en la Argentina con más poder que el que tiene Kirchner y se fueron por la puerta chica. Kirchner se equivoca. Yo apoyé desde mi columnas algunas medidas del gobierno y fui crítico cuando lo creí necesario, por eso califico al levantamiento de mi programa como un mensaje mafioso. Para que todos sepan que si abren la boca les puede pasar lo que le pasó a Pepe Eliaschev, un periodista que tiene 41 años de profesión.

El gobierno sostiene una buena imagen, ganó las elecciones, ciertas variables económicas marchan. ¿Por qué cree que necesita actuar de este modo?

Le voy a responder con palabras que no son mías (perdóneme si suena exaltado, pero lo siento así). Hoy (por ayer) Jorge Fontevecchia me decía: «estos tipos hasta para hacer las cosas mal, las hacen mal». En mi caso puedo decirle que tenían todas las herramientas legales para comunicarme en diciembre que mi contrato no se renovaba. Acá no se cometió una torpeza. (La directora de Radio Nacional) Mona Moncalvillo fue sólo la mensajera y asumió un triste papel. Entonces, no me queda otra que pensar que el gobierno procuró un efecto intimidatorio. No sólo me impidió que me despidiera de mi audiencia, sino que me bloqueó la posibilidad de cerrar contrato en otra parte, porque los espacios ya están dados y los contratos para el 2006, cerrados. Yo llamo a esto corrupción, porque no sólo se corrompe a alguien con una coima.
Corrupción es también todo intento de destruir el tejido social de la República.

¿Piensa que «hirió» al gobierno con algún tema específico?

Invito a todos a leer los 911 editoriales que guardo en mi página web (www.pepeeliaschev.com.ar). Soy un periodista que, si de algo se vanagloria, es de ser un tipo correcto. No me metí nunca en la vida privada de nadie. No soy obsceno. Tengo una conducta moral, fui un exiliado mientras que nadie sabe qué hacía el matrimonio Kirchner en Santa Cruz durante el exilio de tanta gente.

¿Está afiliado al radicalismo?

No. No estoy afiliado, nunca lo estuve.

Cuando el periodista de «Página/12», Julio Nudler, fue censurado por una nota en la que acusa de corrupción a Alberto Fernández, se precipitó una crisis al interior de la institución prensa que terminó con la muerte de la Asociación de Periodistas. ¿Cree que su caso retomará aquel debate?

Ojalá que mi caso tenga un desenlace mejor que el que tuvo Julio Nudler, y no sólo lo digo porque Julio murió muy poco tiempo después. Yo soy miembro de FOPEA, que hizo un comunicado muy fuerte ayer, pero mi gran preocupación es que siento que los hombres de prensa somos mucho más débiles de lo que creemos ante el poder político.

¿En qué lo cambia a usted este conflicto?

¿Qué voy a hacer? No dejar de hablar, voy a hablar y hablar; voy a contestar todas las llamadas, voy a comunicar mi dolor, voy a aprovechar el espacio que abre este debate para decir… Porque decir es lo que sé hacer.