Margit Eppinger Weisz: pinceladas de una mujer libre y valiente, que quiso ser testigo de la Historia.

En la exposición “Travesías”, que se presentó en el Espacio de Arte de Fundación Osde, la curadora Cecilia Rabossi reivindica, destaca y da a conocer la trayectoria de la artista que retrató a los jerarcas nazis húngaros, y que vivió en la Argentina.
Por Emilce Rosemberg

A lo largo de su vida, la artista húngara se aventuró en el mundo, y a través de sus obras captó distintas imágenes, personas, climas y contextos. La pintura para ella era una forma de aventurarse en el mundo, registrar sus viajes por Europa, América Latina y África. Nacida en Budapest, Hungría, estudió con el artista Adolf Fenyes, quien la ayudo en su recorrido por el color, la disposición de la luz, el desarrollo de la figuración. Como dato imprescindible de la biografía de la mayoría de los artistas, Margit viajó sola a Berlín y París en los años veinte, para estudiar y trabajar.

En 1930 se casó y tuvo dos hijos: Marion y Ervin. Continuó su carrera artística participando en salones y recibiendo menciones, premios, entre otras distinciones.  En 1939 Europa sufrió los inicios de la Segunda Guerra Mundial. La vida de Margit no estuvo exenta de angustias y persecuciones por ser judía.  En Hungría, cuando el 19 de marzo de 1944 el ejército alemán invadió el país, comenzaron las deportaciones masivas a los campos de concentración.  En ese contexto, Margit junto a su marido y sus hijos, decidió escapar a Eslovaquia, donde una familia húngara aristocrática y católica los ocultó para que no fueran descubiertos. Finalmente, durante los primeros meses de 1945, las tropas rusas liberaron Budapest, y la artista regresó junto a su familia.

En su ciudad de origen, Margit se vinculó con diversos artistas contemporáneos: su morada se transformó  en un espacio de encuentro, y en paralelo a su labor artística, sintió que debía brindar testimonios de la historia a través de su arte. Esa inquietud la llevó a fines de 1945 a presenciar el Juicio del Tribunal del Pueblo a los jerarcas nazis húngaros.

Fui la única artista autorizada a asistir a los juicios contra los criminales de guerra para poder retratarlos.”, señaló en un texto autobiográfico, según cuenta la curadora de “Travesias”.  Margit observó detenidamente a los acusados, registrando sus gestos, sus movimientos y posturas, mediante sus carbonillas sobre papel. Ella era consciente de la dimensión que tomarían esos retratos.

Tres años después, en 1948, la artista se trasladó junto a su familia  a Argentina, donde continuó incursionando en distintas técnicas artísticas, incluso realizando diseños para talleres textiles.  Su arte es una forma de aventurarse en el mundo, registrando imágenes, paisajes y personas a su alrededor.  La vida y obra de Margit Eppinger Weisz representan una mujer libre y valiente que por voluntad propia decidió retratar a los jerarcas nazis húngaros, y ser así testigo de la historia a través del arte.