Elecciones 2019

Bibi lo hizo de nuevo

El 9 de abril Benjamín Netanyahu ganó su quinta elección y ratificó, por si quedaban dudas, que es en uno de los políticos más decisivos de la historia de Israel. Hace 10 años consecutivos viene marcando la agenda política del país a su gusto. Este último desafío electoral no era fácil, ya que enfrente tenía al exgeneral Benny Gantz, un hombre con un enorme prestigio público, que demostró, a la hora de diseñar su armado electoral y su campaña, que sabe de política. Ahora a Bibi solo le preocupa la Justicia: es lo único que puede arruinarle su “perpetuidad” en el poder.
Por Damian Szvalb *

Bibi Netanyahu lo hizo de nuevo: volvió a demostrar que políticamente nadie puede con él. Ganó las elecciones del 9 de abril y será quien lidere una coalición de gobierno por cuarta vez consecutiva. Para eso hará las alianzas que tenga que hacer, seguramente con el bloque que va de la derecha a la extrema derecha de la política israelí, que fue el que logró más votos.
Por el lado de la oposición, por primera vez desde 2009, cuando irrumpió con fuerza electoral Tzipi Livni y estuvo cerca de formar gobierno, el centro político israelí pudo presentar una opción competitiva. Para conformar el partido “Azul y Blanco” se juntaron tres exgenerales con muy buena consideración pública como Benny Gantz, Moshé Yaalon y Gabi Ashkenazi, y un carismático político y expresentador televisivo, Yair Lapid.
A pesar de alcanzar la misma representación parlamentaria que el Likud, a Gantz no le alcanzarán los votos para armar gobierno. Sin embargo, su éxito es innegable: en solo dos meses armó un frente político sólido y coherente que logró poner bastante nervioso a Bibi. No es poco, pero necesitaba ganar por un buen margen para poder, a partir de eso, tener posibilidades de construir alianzas con todos los partidos que están del centro hacia la izquierda en el arco político israelí que, de todos modos, no pueden ayudarlo para formar gobierno: hicieron una de las peores elecciones en su historia.
Bibi ganó y formará gobierno porque es quien mejor se adapta dentro de la política israelí a las actuales corrientes ideológicas que atraviesan el mundo con mucha fuerza. Al mismo tiempo tiene para mostrar logros en las variables económicas y una política exterior exenta de valores pero muy eficiente en términos geopolíticos.
Puede mostrar que se lleva bien con Trump y con Putin al mismo tiempo y que logra acercarse e incluso cooperar con los países árabes como nunca antes lo hizo nadie. Tampoco tiene problemas en asociarse con líderes como Jair Bolosonaro o el húngaro Vicktor Orban, que representan un nacionalismo extremo y xenófobo. El brasilero le abrió las puertas de una región lejana para Israel como siempre lo fue Sudamérica. Y de la mano de Orban y de otros líderes ultraconservadores, Israel hizo pie como nunca en una Europa generalmente hostil con las políticas israelíes hacia los palestinos.
Frente a la aparición de un rival importante como Gantz, su campaña electoral buscó fidelizar a su electorado. Lo hizo, otra vez, exacerbando los miedos de los israelíes: hasta horas antes de que se comenzara a votar, Bibi advertía sobre los peligros que acecharían sobre Israel si ganaba la izquierda que representa Gantz. También se ocupó de endulzar los oídos de sus posibles socios de gobierno que no quieren saber nada con la posibilidad de sentarse a negociar con los palestinos. Sus últimas declaraciones fueron claras en ese sentido: «Yo no distingo entre los bloques de asentamientos y los asentamientos aislados, porque cada asentamiento es israelí, y yo no lo entregaré a la soberanía palestina». También prometió que no dividirá Jerusalén, que no evacuará ninguna colonia y garantizará que «Israel controle el territorio al oeste del (río) Jordán».
Quizás estas palabras, muy efectivas en términos electorales, lo puedan complicar en su próximo mandato, sobre todo si el impredecible Trump avanza con su idea de imponer un acuerdo de paz con los palestinos. El asesor de Seguridad Nacional de la administración Trump, John Bolton, dijo que la propuesta de paz del gobierno estadounidense será publicada «en un futuro muy cercano». Sea lo que fuera esa propuesta, nunca podría conformar a Bibi y a sus socios de derecha ya que se trataría de un cambio radical en la postura que vienen sosteniendo desde hace 10 años: parece inviable que alguien pudiera obligar a Bibi a que ponga fin a su política de statu quo que hace 10 años mantiene congelado el vínculo con los palestinos.
Solo si se piensa que este posible pero muy improbable escenario pudiera llegar a darse en el corto plazo, se podría pensar que la opción más racional a la hora de conformar un nuevo gobierno no estaría en la extrema derecha sino en el centro, que está representado por el Partido de los exgenerales. ¿Se lo propondrá el presidente Rivlin cuando lo invite a formar gobierno? A estas horas, parece imposible una convivencia en el poder entre Bibi y Gantz.
Por eso uno imagina que en estos momentos Bibi solo está pensando en cómo conformará su gobierno con sus socios de siempre. Por un lado, deberá contener las muchas condiciones que seguramente le intentarán imponer los partidos ortodoxos como Shas y Unión por la Torá que hicieron una gran elección (8 escaños cada uno). Por otro lado, se sacó de encima a sus ministros que fundaron el Partido de la “nueva derecha” y les fue muy mal. Tanto Naftali Bennett, quien hace 4 años era señalado como el sucesor natural de Bibi, y Ayelet Shaked, quien hizo campaña reivindicando al fascismo, deberán aceptar el lugar que Bibi quiera darles. Bibi sí necesitará a Unión de Derechas que consiguió 5 escaños y a Kulanu del ex Likud, Moshe Kahlon con 4.
El Laborismo (6 escaños) sigue su lento pero constante camino hacia la insignificancia absoluta a la hora de posicionarse como alternativa de poder (su último primer ministro terminó su mandato en 2001) y todo lo que está a su izquierda apenas sobrevive electoralmente hablando. Si bien Gantz prometió durante la campaña que buscará un acuerdo con los palestinos en el marco de una negociación regional en la que se involucre el mundo árabe, hubiese sido difícil contener a los partidos árabes que hicieron una buena elección (10 escaños entre los dos que entraron) y que están cada vez están más radicalizados en relación al conflicto con los palestinos.
Bibi hizo una excelente elección: fue el más votado en un contexto que parecía bastante desfavorable para él, no solo por el desgaste natural que cualquier líder sufre después de estar en el poder durante 10 años, sino por los gravísimos casos de corrupción por los que seguramente será imputado más temprano que tarde. La Justicia sí puede arruinarle lo que la política no pudo: su continuidad en el poder.

* Magister en Relaciones Internacionales (UTDT)