Falleció Amos Oz

Entre las sombras de ayer y las luces de mañana

Del mismo modo que la violencia en Gaza, la muerte de Amos Oz pareciera sumir a Israel en tinieblas, pero hay faros que sin encandilar traen algo de luz.
Por Moshé Rozén, desde Nir-Itzjak, Israel

Para escribir estás obligado a mirar para atrás,
como la esposa de Lot
y, así, tu mirada te transforma en un bloque de sal.
Amos Oz
Versos de Vida y Muerte (2007).

El viernes anocheció con lluvia en el Neguev Occidental, al borde de la Franja de Gaza.
En ese momento estuve con un grupo de activistas y militantes de movimientos israelíes que, semana a semana, dialogan con árabes palestinos y habitantes de Gaza, que comparten el deseo de quebrar el circuito de violencia y terror, diseñando sendas de encuentro que cicatricen años de angustia y dolor.
La reunión –convocada como «Faro-Aquí es Gaza»- se realizó, como ya es habitual, en lo que fue, durante la administración colonial británica, hace más de setenta años, una cantera de azufre, en la cual trabajaron judíos y árabes.
El ingreso del shabat al atardecer del viernes estuvo acompañado por la lluvia y por el eco de otro tipo de encuentro que acontece ritualmente y al mismo tiempo, a escasos kilómetros: habitantes de Gaza que se enfrentan con Israel en la frontera. A veces, muchas veces –ayer también- hay disparos desde Gaza y, consecuentemente, represalias israelíes y mutuas amenazas de escalada.
El eco de los disparos y las sirenas de ambulancias, la lluvia y el frío viento en la cantera, no empañaron la onda positiva de la reunión.
Al salir llegó la triste noticia del fallecimiento de Amos Oz, el escritor y pensador que inspiró encuentros como el que relato.
Recordé en ese momento cómo Amos Oz describía luces y oscuridades de nuestras vidas, la de los israelíes. Hablaba de un celeste intenso (los traductores lo definieron como «violenta luz»).
En su libro «Una Historia de Amor y Oscuridad» Oz nos cuenta sobre penumbras: de niño, en Jerusalén, sus padres visitaban al eximio escritor Agnón que -imagina o recuerda Oz- vivía y escribía en una casa en sombras: «las ventanas parecían encerrar aquellas penumbras».
La muerte de Amos Oz, la violencia en Gaza, parecieran sumir a nuestro país en tinieblas. Pero hay faros que, sin encandilar, traen algo de luz, tal vez no de un celeste intenso, pero sí una tenue luz.
Las grandes obras, como las de Dante, Cervantes, Tolstoi, Shakespeare, decía Amos Oz, se escribieron al atardecer, en las penumbras, en en el umbral de nuevos tiempos…