¿Qué dice de nosotros el auge de las biopics?

Vidas fuera de serie

Vampiros, zombis, narcos. Cada dos o tres años, alguna temática o género se pone de moda e invade todas las pantallas. Ahora es el turno de las “biopics”, series y películas inspiradas en las vidas de celebridades. Desde Luis Miguel hasta Freddie Mercury, pasando por el Potro Rodrigo y Carlos Monzón, Argentina se suma a esta ola de ficciones basadas en hechos reales.
Por Andrés Pascaner *

Hace poco más de quince años llegaba a la TV “Los Simuladores”, la serie que marcó un antes y un después en la ficción local. Su creador y sus protagonistas atribuyeron gran parte del éxito al contexto social en el que se estrenó el programa. Acababan de decretar el Corralito, y la gente sufría los efectos de la crisis que había dejado el neoliberalismo. El público se identificaba con esos personajes corrientes que necesitaban ayuda de los Simuladores, cuatro héroes anónimos que resolvían problemas cotidianos con operativos sofisticados. Eran tiempos en los que la esperanza hacía mucha falta y queríamos ver cómo conflictos diarios se superaban con soluciones mágicas.
Con la recuperación económica y social, volvieron a seducirnos ficciones sobre personas comunes que se veían envueltas en situaciones extraordinarias. Así, un profesor de química del secundario podía terminar convertido en capo narco. O una secretaria de los años ’60 podía destacarse en un entorno machista y llegar a la cumbre del mundo publicitario. Esa fue otra tendencia que irrumpió con fuerza gracias a los progresos culturales: la de historias encabezadas por mujeres empoderadas. Historias inventadas, pero que podrían habernos sucedido a cualquiera de nosotros, o a nuestros docentes, o a nuestras madres. Últimamente la moda es otra. “Biopics”. Series y películas basadas en vidas de celebridades. Cualquier semejanza con la realidad, no es pura coincidencia.

No culpes a la noche
El género existió siempre, pero este año se popularizó de la mano de Netflix con la serie de Luis Miguel, el éxito que nadie estaba esperando. Estructurada como un melodrama –con un padre muy malo, un galán muy bueno y un misterio en torno al paradero de la madre– la serie reimpulsó la carrera del Sol de México y conectó con los televidentes desde la nostalgia, transportándolos con hits a la década del ‘90. Poco después la siguieron ficciones sobre Sandro, Rodrigo (de la misma directora que “Gilda”) y Freddie Mercury, estrenada en cines con una versión “para cantar en voz alta”.
Hay una razón comercial para tantas biopics sobre músicos, y es que generan ganancias extras con la venta de discos, y además permiten organizar conciertos en los casos que los artistas siguen vivos.
Las estrellas del deporte y el espectáculo también están en boga, con biopics de Carlos Monzón, Diego Maradona y Susana Giménez ya anunciadas. Un tema de conversación muy actual es: ¿sobre quién deberían hacer la próxima serie? ¿Messi? ¿Mirtha Legrand? ¿Charly García?
El desafío de adaptar una biografía a una serie o película, es que ninguna vida (por más interesante que sea) transcurre con los tiempos narrativos que funcionan las buenas historias. Los acontecimientos se presentan en la vida de forma caótica y sin la estructura en Tres Actos que le da sentido a las ficciones con introducción, nudo y desenlace.

Un mundo de espectadores
Hay que afinar mucho la pluma a la hora de escribir biopics. Hay que investigar a fondo la vida del protagonista, hacer un recorte, elegir lo más importante y darle una lógica que atraviese el relato de principio a fin. De lo contrario se corre el riesgo de que la serie o película se transforme en una mera seguidilla de anécdotas –pintorescas, pero inconexas. Cuando ese es el caso, el público se concentra en cuestiones que poco tienen que ver con la trama, como qué tan parecido es el actor o qué tan bien representada está la época, y no nos identificamos ni sufrimos la historia en carne propia. Somos sólo espectadores.
Y tal vez “espectadores” sea lo que nos defina como sociedad en esta época. Tal vez, así como en 2002 necesitábamos a los Simuladores y en los años siguientes elegimos historias protagonizadas por personas comunes, hoy sentimos que nos hemos quedado afuera. Preferimos que la posta la tomen las celebrities, los ídolos, esa elite que merece más atención que nosotros. Tal vez esto explicaría por qué un país se paraliza a ver la transmisión del G20; a espiar cómo un puñado de poderosos acude a una fiesta a la que nadie está invitado. Vampiros. Zombis. Narcos. Biopics. Veremos qué moda nueva nos trae el futuro.

* Guionista de televisión. Colaborador de los equipos autorales de “El Marginal” y de la biopic de Maradona, a estrenarse próximamente.