Mutaciones

Hoy en día, para la mayoría de los judíos es más redituable asumir una identidad clasista que aferrarse a los valores emanados de nuestras tradiciones; así, dejamos de ser el pueblo del libro para convertirnos en el pueblo del posnet. Es inevitable y penoso observar la presencia judía en los espacios más criticados y controvertidos, tanto a nivel nacional como internacional, en los que incluso participan personalidades del mundo xenófobo y neonazi.
Por Ricardo Schkolnik *

El diccionario de la Real Academia Española reconoce varios usos al término mutación. La utilización más frecuente, de todos modos, se encuentra vinculada a la biología y a la genética, donde la mutación es una modificación que se produce en los datos genéticos de un organismo viviente. Dicha alteración, que puede resultar hereditaria, implica una modificación de sus características.
Desde hace un siglo, y también mucho menos, nuestros padres y abuelos –tanto en sus tierras natales, como a las que llegaron en situación de inmigrantes- asumieron sacrificios y esfuerzos al abrazar causas de interés social y comunitario. Es así como surgieron –no solo en la República Argentina- instituciones judías que marcaron el camino por el que avanzaría el movimiento obrero, el cooperativismo, el mutualismo; la solidaridad social y la dignidad de los trabajadores en todo el abanico social y político.
Con el tiempo, los hijos de aquellos trabajadores, obreros o comerciantes poblaron las universidades públicas para convertirse en profesionales que, en todos los campos del saber y de las ciencias, supieron destacarse sin abandonar las características esenciales y los valores de nuestro pueblo: pensamiento, solidaridad y compromiso.
El cambio comenzó a gestarse en la generación siguiente; en los nacidos a partir de la mitad del siglo XX. Cuándo estos maduraron en las décadas finales del siglo pasado, cuando se naturalizó la convivencia con factores del Poder político y económico, cuando comenzaron a integrarse y a ser parte de ellos, fueron abandonando paulatinamente muchos de los rasgos característicos de las viejas colectividades judías. El poder, el confort, la posibilidad de influenciar en el desarrollo de los acontecimientos y de observar al mundo desde otro lugar, modificaron los genes milenarios del colectivo mosaico.
Para la mayoría de los judíos, bien en Argentina, bien en otros países del mundo y aun en Israel, está claro que es más redituable asumir una identidad clasista, que aferrarse a los valores emanados de nuestra historia. Entre la honestidad y la dignidad, o la riqueza a como dé lugar, la decisión es clara. En alguna curva del camino, dejamos de ser el pueblo del libro, para convertirnos en el pueblo del posnet.
Hoy, las acciones acomodaticias impulsan a muchos hermanos dar la espalda a virtuosas tradiciones de interés comunitario; a compartir espacios políticos con personalidades del mundo xenófobo y neonazi; a emprender acciones institucionales tendientes a debilitar el entramado social judío en pos de una acercamiento a las estructuras del poder político y económico.
Es así que vemos como la dirigencia judía elige no investigar seriamente el atentado a la AMIA o la muerte de Alberto Nisman y en su lugar utiliza esas dos tragedias como instrumentos funcionales a la política partidaria. Las prebendas del Poder y la pertenencia a una clase media acomodada son más importantes que la verdad, la justicia y la dignidad de nuestro pueblo.
Es así que la nueva línea ideológica, emanada de las armas, del miedo, la conveniencia y la mentira, y difundida generosamente por todos los medios de comunicación nos muestra un escenario global que viene a arrasar con todo lo conocido. En este sentido no es extraño que los dos primeros dirigentes en saludar a Donad Trump hayan sido Netanyahu y Macri. Tampoco es extraño el apuro de Bolsonaro en anunciar el traslado de la embajada de Brasil a Jerusalén ni el renacer de las extremas derechas europeas y sus avances hacia el Poder. Hay un hilo negro que enlaza esas y muchas otras situaciones a lo largo y a lo ancho del mundo.
Es inevitable y penoso observar la presencia judía en los espacios más criticados y controvertidos, donde la moral perdió peso y la historia fue abandonada. ¿Es que no podremos exigir a la dirigencia comunitaria, aquella que afirma nos representa, una conducta coherente con el espíritu de los fundadores? No. No seremos escuchados.

*Periodista. Analista político especialista en asuntos internacionales. Dirigente comunitario.