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El tecnofascismo contemporáneo

El fascismo contemporáneo arraiga en las formas de vida metropolitanas. Estas formas de vida, motorizadas por el post fordismo, se inscriben -entre otras cosas- en procesos de informatización de lo social, la automatización de las fábricas, el trabajo difuso, la hegemonía del trabajo inmaterial y del llamado terciario (comunicativo, cognitivo, científico, preformativo, afectivo). Las fronteras entre trabajo y no trabajo se vuelven difusas, los momentos de no subordinación salarial son puestos continuamente a movilizar como búsqueda de oportunidades rentables, cuando no de consumo. Se hace de la socialización extralaboral un ámbito descompuesto y bestial, predispuesto al ejercicio del dominio personal (al no haber un Amo estatal con su gran espada, la amenaza la tiene cualquiera que está al lado), la proliferación de micro-sociedades jerárquicas en el que resucitan los mitos de la autodeterminación étnica, de las raíces recuperadas, del “suelo y sangre” de supermercado; reestablece entre sus pliegues vínculos familiaristas, de secta o de clan, destinados a conseguir el disciplinamiento de los cuerpos que ya no proporciona la relación de trabajo. Allí, en ese lugar -a decir de nuestro colaborador- está www.newabasto.com El debate está abierto, y la posibilidad de la réplica también.

Por Jorge Iacobsohn

Jewcy lifestyle, el judaísmo de supermercado

La página newabasto.com se trata del Jewish Networking Center, (iniciativa de Jabad Lubavitch), el “centro de conectividad judía para gente joven”, cuyos objetivos apuntan a conformar una subjetividad empresaria en los sectores jóvenes judíos para desarrollarla ‘en’ y ‘desde’ la comunidad judía.
El primer rasgo pos-fordista neoliberal que vemos es el mensaje que se lee en el banner superior “100 % autosuperación”, que se va a reforzar con otro que dice “animarse a reconvertirse o quedar sumido en el fracaso”. Semejante individualismo siempre suele estar acompañado de la resurrección de arcaísmos sociales, como lo explicita la estética new age y religiosa que muestra personas desbordantes de felicidad y la “escalera al éxito” que simboliza… la escalera de un shopping!!
La esfera laboral como ámbito colectivo y de socialización ya no existe más, y es bien explícita la consigna que nos invita a “salir del asfixiante marasmo de las relaciones de dependencia”. En lugar de la esfera laboral, tenemos la “bluth and blood” de supermercado. No estamos solos, si incorporamos nuestra identidad judía como “estilo” (Jewcy lifestyle), si “descubrimos en las fuentes hebreas las técnicas más modernas para agudizar el sentido de la intuición”, si incorporamos tips and tricks para maximizar la eficacia en nuestra comunicación corporativa y personal.
Otro rasgo pos-fordista, la puesta a trabajar de los sentimientos y las habilidades cognitivas como valor rentable, es la base de este mismo proyecto:
La conectividad como herramienta actitudinal, es la plataforma más versátil y el recurso más poderoso y efectivo que podemos explotar y capitalizar.
La fascista sangre y tierra de supermercado insiste en mostrarse públicamente sin miedo al ridículo, como rezan los ítems de un seminario de capacitación:
“¿Por qué triunfan los profesionales judíos en un mundo que generalmente les es hostil?”
El modelo cuentapropista judío, el inmigrante «cuentenik» como modelo de independencia frente a los factores opresivos.
“Cómo sacarle partido a mi condición de judío en la actual coyuntura geopolítica. Rasgos culturales distintivos que marcan el valor agregado”.
Ni hablemos del antisemitismo, que provocarían estas afirmaciones, ¿no? Seguramente, no hemos de hablar tampoco de cómo los ‘cuenteniks’ y los primeros inmigrantes tuvieron que crear redes de producción cooperativa y apoyo mutuo. Pero esto no sirve para la nueva narrativa de nuestros abuelos como ‘Robinsons judíos’.
Obviamente, tampoco recordaremos aquellos hijos de inmigrantes que se rebelaron a la Jewish Colonization Asociation, por sus condicionamientos feudales que los endeudaban y empobrecían, y que a la edad de 13 ó 15 años, leían a Goethe, Schiller, Shakespeare, Marx, muy lejos de los niños actuales que los sacan a pasear al Abasto Shopping, a comer a Mc Donalds Kosher y a jugar al Play Station.

Neomarinettismo

El tecnofascismo posmoderno, al igual que el antiguo fascismo, exalta la simbiosis entre sujeto y técnica, y a ésta como la herramienta de la guerra por la sobrevivencia.
Filippo Tommaso Marinetti, futurista italiano y fascista él, publicó un manifiesto en 1909, del que interesa recordar algunos de sus puntos:

1. Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.

4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia.

9. Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo- el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer.

Si reemplazamos el punto 4, allí donde dice automóvil por computadora, conservando la temática de la velocidad, quedan vigentes el punto 1 y el 9, ya que las del 1 son pasiones puestas a trabajar en los ámbitos empresariales y el punto 9 explica el ‘revival’ del militarismo y patriotismo, aunque ya no como movilización total de un pueblo liderado por un Estado, sino como micro movilizaciones totales que circulan y permiten las prácticas sociales post estatales y post institucionales, dislocadas por el mercado.
La comunidad judía, como parte de las clases medias en el mundo, no escapa a la matriz productiva del post fordismo, que la lleva a reconvertir sus instituciones en empresas y a conservar la desigualdad que generan, promocionando una subjetividad étnica de “nuevo rico” encerrado en barrios privados, y relegando a los pobres a la asistencia social.
La página newabasto.com expresa, abierta y positivamente -festejando diríamos- un proceso de redefinición mercantil y empobrecimiento generalizado -cultural y económico- que ha empezado hace 15 años como “variable de ajuste”, y que ahora llegó para quedarse y consolidarse como modelo deseable y necesario.