Opinión:

¿Cuál es el Sharón real?

“Por cincuenta años Ariel Sharón intentó engañarnos. Ahora somos nosotros quienes estamos deseosos de auto engañarnos...” Así comienza este texto el líder de Meretz/Yajad, Yossi Beilin.

Por Yossi Beilin (Desde Israel)

Puede ser bastante extraño, pero es un hecho: el más valioso recurso del Primer Ministro Ariel Sharón es su falta de credibilidad. Durante 50 años por lo menos, desde que David Ben Gurión escribió que él (Sharón) podría ser un excelente líder militar que había estado acostumbrado a decir la verdad, Sharón se construyó una imagen de un cínico bulldozer que hace lo que quiere y nunca parpadea cuando miente, adoptando la misma estrategia con sus partidarios y enemigos.
En el pasado esta imagen tuvo repercusiones negativas para Sharón cuando se convirtió en alguien que sólo puede soñar con estar en el centro del escenario y fijando una política. Hoy, me parece que si un ángel celestial fuera a proponerle anular esa imagen y convertirlo en una persona creíble, a los ojos de las personas, el Primer Ministro haría todo lo posible para impedir que ello ocurra.
La retirada de Gaza no era el plan de Sharón. Fue elegido Primer Ministro dos veces, y sólo después que hubiera transcurrido un año de su segundo mandato, dio comienzo a este experimento llamado Plan de Desconexión Unilateral.
Sharón entendió que un repliegue de esta naturaleza estimularía a Hamas y debilitaría la Autoridad Palestina, no obstante fue por el plan porque estaba bajo presión (el Mapa de Rutas lo asustó; el Acuerdo de Ginebra y el amplio apoyo interno y en el exterior que recibió le preocupó; y la investigación policíaca de sus asuntos lo dejó sin ninguna otra elección que ir por la desconexión).
Luego de esta decisión Sharón fue tratado como el estudiante más débil del aula que tuvo éxito, no obstante sus bajas calificaciones. Si usted hiciera un pequeño esfuerzo puede volverse Einstein, le dijeron. Cuando el Laborismo buscó una excusa para ocupar las sillas ministeriales lo alabó como su profeta. El Presidente George W. Bush -cuyos ratings en la arena internacional estaban hundiéndose en el mar- aprovechó la oportunidad como un último recurso de salvación. Europa encontró en Sharón a un nuevo De Gaulle. Hosni Mubarak concluyó que sólo Sharón podía hacerlo. Por otro lado la Autoridad Palestina de Abbas, para quien la retirada era una bofetada deliberada en la mejilla, no tuvo ninguna elección más que dar la bienvenida al repliegue israelí.

¿Quién es el Sharon real?

¿Usted recuerda a Charlie Chaplin en “Tiempos Modernos”, en la secuencia donde él elige una cinta roja con una vara que se cayó de un camión, ingenuamente la alza y se convierte en un líder socialista que escolta a una muchedumbre? Ese es Sharón. El quiso salir de un problema, ganar tiempo, y usar el repliegue de Gaza como una cobertura para expandir asentamientos en la Margen Occidental.
Por el momento, como muchos están deseosos de ver en él un hombre partidario de la paz siguiendo sus limitadas hazañas, él está interesado en conservar un status recientemente ganado que lo sorprendió y tanto lo aduló, con tal de que el mantenimiento de esta imagen no le acarree un rótulo de pesado precio.
¿Cómo se consigue esto? Ese es el tiempo de capitalizar su duda y hacer lo mejor con ella: convertirla en un valioso recurso.
Sharón se empeñó en no hacer ninguna concesión territorial ulterior y volver al marco del Mapa de Rutas sólo si surgían ciertas condiciones inalcanzables (como una guerra civil palestina). Pero ¿quién creerá en Sharón?
En el Likud argumentan que viró a la izquierda del partido izquierdista Meretz/Yajad; sus aliados más íntimos están hablando de más repliegues, acuerdos parciales y otras ideas, los frutos de su imaginación.
Entretanto, Sharón hace apariciones públicas noche y día, jura que ningún hombre habla en su nombre e insiste que su política no ha cambiado. Aquellos que le creen continuarán convenciéndose que el padre de la industria de la colonización tiene otro rostro, uno que llevará a cabo el trabajo de Yitzhak Rabin. Que 50 años de inversión no se han ido al desagüe.
Por cincuenta años Sharón intentó engañarnos. Ahora nosotros estamos deseosos de auto engañarnos. El Sharón que pospone reuniones con Abbas, y quien pone condiciones a cada propuesta política, es el Sharón real.