Evocaciones de la historia:

Homenaje a los Resistentes

Hace 60 años, en 1945, finalizó la peor de todas las guerras, la Segunda Guerra Mundial, donde el pueblo judío padeció el genocidio más terrible de toda su larga historia diaspórica. En esta conmemoración queremos rendir el debido homenaje a todos los que murieron en ella, a los judíos, a los que no lo eran y compartieron ese terrible destino -como fueron los gitanos, homosexuales y opositores políticos-. Nuestro tributo de respeto y de admiración también está dirigido a todos aquellos que desarrollaron dentro de los guetos toda una actividad destinada a mejorar las condiciones en que se hallaban, donde se impartieron actividades pedagógicas, artísticas y de recreación, donde se editaron diarios y donde hubo quienes tomaron información para dejar testimonio de los acontecimientos.

Por Alicia Benmergui

Queremos recordar a aquellos que aun en los campos de concentración y en el más terrible de todos ellos, Auschwitz, produjeron actos de rebelión, desde los más pequeños hasta los más heroicos. Queremos traer a la memoria, al presente, a todos aquellos judíos que combatieron de diferentes modos, a los partisanos, a los que desde diferentes extracciones políticas lo hicieron con la misma generosidad y espíritu solidario: sionistas, comunistas, socialistas, religiosos en Polonia, Lituania, la Unión Soviética, Francia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Italia, Dinamarca, Holanda, Bulgaria, Yugoslavia, y hasta la propia Alemania.
Los voluntarios y soldados judíos, con diferentes grados, que en los diferentes ejércitos participaron en las acciones bélicas, desde las Fuerzas Armadas norteamericanas, las fuerzas británicas, canadienses, neozelandesas, australianas y en la Armada Roja de la Unión Soviética. Para todos ellos, al menos, un momento de recogimiento y recuerdo y en especial para quienes llegaron desde la Palestina bajo Mandato Británico, los 240 paracaidistas, entre los que se hallaban la inolvidable Jana Szenes y Enzo Sereni, y muy especialmente para los soldados que integraron la Brigada Judía, que desembarcaron con las Fuerzas Aliadas en Sicilia, en septiembre de 1944.
Con más de 5.000 soldados provenientes de las 51 nacionalidades que habían hecho aliá, y que más tarde fueron los que luego lucharon en el Palmaj. Se destacaron en las acciones bélicas, dejaron sus muertos, sus heridos y sus mutilados y luego trabajaron en el rescate y transporte de sobrevivientes hacia Palestina, desde una Europa que continuaba rechazando a su población judía después de haberla condenado hasta casi su desaparición.
Pero esta evocación también incluye a todos aquellos, que no eran judíos y que ofrecieron generosa y solidariamente sus vidas en defensa de la libertad y de las víctimas de la industria del exterminio puesto en marcha por el nazismo asesino. En estos días, donde tratan de convencernos de que todas la utopías destinadas a la construcción de una sociedad mejor, de un mundo mejor han muerto, es necesario reivindicar la memoria de todos aquellos que participaron en la defensa de los valores, de la dignidad humana. Uno de los peores designios que el nazismo llevó a cabo, y que en cierto modo triunfó en vista de todos los acontecimientos de los últimos años, fue el de destruir los mejores rasgos que conforman la civilización, la condición humana y el respeto por la vida, el más elemental de todos. La gente que resistió, ya sea con actos de solidaridad y bondad como todos los Justos reivindicados en Yad Vashem, como todos los que de un modo u otro, pusieron en riesgo la vida de su familias o la propia y como los combatientes que tomaron las armas en defensa de sus ideales y de la dignidad; a todos ellos les debemos nuestro permanente homenaje y recuerdo. De estos modelos debemos valernos para luchar y lograr que en estos tiempos mezquinos y egoístas cobren dimensión nuevamente la solidaridad y la generosidad para que nazca una sociedad donde la justicia y la fraternidad para con los más débiles, no terminen siendo meras expresiones retóricas.