Frente de conflicto:

Europa ante la cuestión iraní

En plena crisis iraquí, con los estados europeos divididos sobre qué posición tomar y ante la desagradable evidencia del escaso peso del Viejo Continente en la política internacional de nuestros días, los tres grandes -el Reino Unido, Francia y Alemania- decidieron apersonarse en la crisis iraní. La Administración norteamericana había situado al régimen de los ayatolás en el “Eje del mal”. Las primeras averiguaciones parecían confirmar los peores augurios: el programa nuclear iraní iba más allá del fin civil reconocido. El desenlace de la crisis se sentía próximo, agravando el escenario creado por la Guerra de Irak y el conflicto israelí palestino con el problema de Corea del Norte de fondo. O Europa era capaz de jugar un papel relevante en su gestión, o la decadencia del Viejo Continente sería una obviedad.

Por Florentino Portero (Grupo de Estudios Estratégicos)

El primer problema que se encontraron fue el de su representatividad. Aunque trataban de actuar en nombre de la Unión Europea era evidente que, por mucho que paseasen a Javier Solana, estaban actuando a título nacional. Los dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad más el aspirante hablaban en nombre propio. Para los iraníes no eran más que una delegación de europeos aterrados por la deriva de los acontecimientos y dispuestos a llegar a algún acuerdo que desactivara la tensión. El aura “apaciguadora” los acompañaba.
Con gran dificultad arrancaron un gesto de Irán: la paralización del proceso de transformación del mineral de uranio en gas, lo que sirvió para dar coherencia al proceso negociador.
Pero al final sucedió lo que estaba previsto. La clase política iraní, no sólo los sectores más duros del régimen, cree que necesita la disuasión nuclear para asegurar su independencia. Rodeados de potencias nucleares -Israel, Pakistán e India- y en un entorno inestable -Afganistán, Irak, Siria, Líbano, Israel, Palestina, Arabia Saudita- quieren garantizarse su capacidad de respuesta, más aún cuando son agentes activos que intervienen en la crisis de Irak, en la libanesa y en la palestina, siempre apoyando a grupos terroristas de ideología extremista.
De ahí que con la colaboración de Corea del Norte hayan desarrollado un importante programa de misiles, y que con la ayuda del Pakistán del doctor Kahn hayan accedido a la tecnología nuclear. Procesos que difícilmente podrían haberse realizado sin el consentimiento de China.
Los europeos han propuesto a Irán que mantenga su programa nuclear civil, aunque nadie entiende qué necesidad tienen de energía atómica si disponen de gas natural y de petróleo, pero le piden que renuncie al enriquecimiento del uranio y al reprocesamiento del combustible ya utilizado. Otros países se encargarían de proporcionárselo. De esta forma Irán podría desmontar su programa nuclear y la causa anti proliferación habría ganado una batalla fundamental.

No a la claudicación

Pero eso sería una claudicación iraní, elegante, pero claudicación.
Es evidente que no necesitan energía atómica para fines civiles y que el único objetivo es militar. Los europeos han representado el papel que podían, desde las buenas maneras y sin las amenazas norteamericanas, dar por ciertas las declaraciones iraníes de que sólo quieren energía para uso civil y buscar un punto de encuentro. Ya sabemos que ese proceso ha concluido con un “no” iraní. Es tiempo de pasar a otra fase y es ahora cuando algunos gobiernos europeos pueden pasarlo muy mal.
La Agencia Internacional para la Energía Atómica, un órgano especializado de la ONU encargada de aplicar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, se reunirá para tratar el problema. Probablemente se escucharán palabras muy duras contra el gobierno persa y la amenaza de elevar el problema al Consejo de Seguridad se hará más explícita que nunca. Será el último acto antes de recibir la contestación oficial de Irán.
Las nuevas evaluaciones de la inteligencia occidental indican que el programa iraní va más lento de lo que se suponía. Hay menos prisa por resolver la crisis, pero es probable que antes de fin de año el Consejo de Seguridad tenga que hacerse cargo del problema. Europeos y norteamericanos tratarán de aislar diplomáticamente a Irán y de imponerle serias sanciones económicas para doblegar su voluntad… pero no es seguro que tengan los votos necesarios. El derecho de veto que Francia usó para tratar de frenar el poderío norteamericano en la crisis de Irak, con el resultado de poner en evidencia su escasa autoridad, ahora se vuelve contra ella. China ha dejado hacer a Corea y a Pakistán, permitiendo el desarrollo de los programas de misiles y nuclear iraníes y rechaza la idea de que Estados Unidos, con o sin aliados, imponga su orden. Rusia es el país que está vendiendo a Irán la tecnología para construir centrales nucleares y puede temer por el futuro del contrato.

Interrogante europeo

Para los europeos los regímenes de control de armamento y de no proliferación, en el marco de organismo multilaterales, son la clave de la seguridad internacional. Si se fracasa en Irán y en Corea del Norte el mundo habrá perdido sus mejores instrumentos diplomáticos y se entrará en un proceso de extraordinaria gravedad e inestabilidad, con un creciente número de estados accediendo al armamento nuclear. Si el Consejo de Seguridad se bloqueara por la amenaza de veto, lo que es muy previsible, el pan de cada día en ese directorio que algunos han convertido en un mix de gobierno mundial y tribunal internacional, ¿Qué harán los gobiernos europeos? ¿Se plegarán a unas sanciones simbólicas e inefectivas, empujando un poco más a la ONU hacia su triste imitación de la Sociedad de Naciones? ¿Actuarán desde fuera de la ONU y junto a Estados Unidos para forzar a Irán a dar marcha atrás?