Rodeado de montañas y campos de golf, en el hotel Gleneagles, desde el pasado lunes 4 de julio y hasta el viernes 8, los líderes del G8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón y Rusia), se dieron cita para discutir un plan contra la pobreza y los cambios climáticos.
Ellos adentro, y afuera más de 10.000 policías cuidan la zona en previsión de disturbios o ataques terroristas, en la mayor operación de seguridad puesta en marcha en Gran Bretaña.
Mientras, en la capital escocesa, Edimburgo, se prepara el último concierto de los de Live 8, organizados por el músico y activista irlandés Bob Geldof.
Geldof viajó ayer a Edimburgo, desde donde reiteró su convocatoria a un millón de personas para que participen, el miércoles 6 de julio, en una »larga caminata por la justicia», para presionar a los líderes del G8 a tomar acciones que erradiquen la extrema pobreza en Africa.
Por su parte, el ministro británico de Finanzas, Gordon Brown, que reiteró el martes que ayudar a Africa es »la mayor cruzada moral» y »el mayor desafío» de nuestro tiempo, trató de reducir las inmensas expectativas creadas sobre esta cumbre.
Mientras tanto, las difíciles negociaciones sobre la agenda del G8 parecen haber arrojado algunos avances en cuanto al cambio climático, y Washington estaría dispuesto a reconocer que »nuestro planeta se está calentando», frase que aparecía entre corchetes en el borrador del documento final filtrado a la prensa.
Una frase o un párrafo entre corchetes significa que encuentra oposición de al menos uno de los países que participan en el debate.
Hace un mes se alcanzó un acuerdo para la condonación de la deuda de las 18 naciones más pobres, pero no parece que los altos responsables de las negociaciones hayan avanzado mucho en este aspecto.
