Irán:

Mahmud Ahmadinayad nuevo Presidente

El ultra conservador Mahmud Ahmadinayad -ex alcalde de Teherán- se impuso al pragmático y dos veces presidente Alí Akbar Hachemi Rafsanyani. La segunda vuelta estuvo rodeada de pronósticos inciertos sobre el resultado y de numerosas denuncias de fraude. Pero desde los primeros datos oficiales Ahmadinayad fue presentado como ganador y ya prometió volver a las fuentes coránicas y no abandonar el desarrollo de los planes sobre energía nuclear.

Contra todo pronóstico, Ahmadinayad fue tomando fuerza entre la primera y segunda vuelta. Su discurso populista y sus promesas de solucionar la pobreza -que afecta a entre 6 y 15 millones de iraníes- ha entrado fuerte en el electorado. Y también afirman que dispone del apoyo del guía de la revolución, Alí Jamenei, y de los poderosos Guardianes de la Revolución. Ahmadinayad, de 47 años, es, paradójicamente, un laico radical, miembro de una nueva derecha ideológica fiel a Jamenei y dispuesta a defender la revolución y los valores religiosos fundamentalistas.
«Es el efecto tsunami», manifestaron los seguidores de Ahmadinayad. El mandatario electo casi no ha invertido dinero en la campaña y es casi un desconocido fuera de la Teherán, ciudad donde habría recibido la mayor cantidad de sufragios.
En una carta a los iraníes, Ahmadinayad denunció que «el dinero del pueblo utilizado para manchar» a su familia y a él mismo».
Los habitantes de las zonas rurales más pobres y los sectores religiosos urbanos dieron el triunfo a este antiguo miembro de la policía religiosa que defendió un mensaje populista, favorable a los más pobres, al estricto respeto de los valores islámicos y anti occidental.
Precisamente Jamenei subrayó que los iraníes «han humillado a Estados Unidos al celebrar con transparencia y democracia» las elecciones. «En la violenta guerra psicológica en curso, (Irán) ha dado jaque mate a todos los enemigos con una amplia participación», dijo el flamante Presidente electo.
Rafsanjani, considerado un pragmático y el político más conocido de Irán, pagó el precio de ser demasiado conocido, y de simbolizar la riqueza y el poder. Muchos iraníes no se sentían identificados con su figura. Y su fracaso en enfocar su campaña en la religión -además del boicot a su candidatura por parte de liberales y reformistas- sellaron su derrota.
«Rafsanjani simboliza la riqueza y el poder. Y Ahmadinayad logró capitalizar la brecha entre el gobierno y el pueblo, entre los pobres y los ricos, y se presentó como alguien capaz de combatir la pobreza».
Los resultados indicaron que Ahmadinayad, actual alcalde de Teherán, consiguió un 61,6% de los votos.
Rafsanjani obtuvo apenas un 35,9%. El resto de los sufragios fueron considerados inválidos por las autoridades electorales.
El periódico Etemad, o Confianza, dijo que el respaldo ofrecido a Rafsanjani por varios partidos políticos resultó contraproducente.
«Cuando más sectores de la elite respaldaban a Rafsanjani, más personas tenían la extraña sensación de que este postulante estaba siendo impuesto» por grupos de elite, dijo el diario.
«La gente decidió apoyar a un hombre que les habló de la manteca y el pan», se decía en las calles.