Argentina:

La banalidad del lenguaje

La Biblia ya no llora junto al calefón como decía Enrique Santos Discépolo. Ahora está en una crisis de histeria. Tampoco era cierto, como afirmaba aquella letra de tango, que 'veinte años no son nada'. Con la yapa de un tercio más, en treinta años, los ganadores de la devastación demolieron un país. El lenguaje en general y el político en particular está atravesado por la insustancialidad y la mentira.

Por Hugo Presman

Ataque al lenguaje y a la veracidad

El gobierno ataca con justicia la década del noventa, rodeado de noventistas, que cambiaron de posición sin la menor autocrítica. El Presidente mantuvo un profundo y activo silencio en la privatización de YPF del cual surgieron los famosos fondos de Santa Cruz, sobre los cuales hay un misterio que hasta le hubiera costado recrear al mismísimo Raymond Chandler.
No se hace una rendición de cuentas en homenaje a la transparencia. Se pronuncian discursos incitando a la inversión, mientras que los fondos de la provincia, que gobernara, el Presidente duermen bajo cielos extranjeros.
El Presidente señala y critica a las corporaciones, como antes acusó a algunos banqueros, especialmente a Jorge Brito. Prorroga las concesiones de radios y televisión. Intenta comprar silencio, o que los concesionados flexionen sus rodillas en agradecimiento. En virtud del decreto 527/05, a Canal 9 en manos de Hadad y Moneta, se le prolonga su concesión hasta el 2019. Canal 2 (de Manzano, Avila y Vila) puede dormir tranquilo hasta el 2022. Telefónica, en Canal 11, y el Grupo Clarín, en Canal 13, tienen su licencia asegurada hasta el 2025.
El grupo mexicano, que controla increíblemente cinco radios, tiene su futuro asegurado hasta el 2018, lo mismo que Radio Mitre de ‘el gran diario argentino’ y Continental del grupo Prisa.
La radio hurtada a la sociedad, ‘la 10’ (de Daniel Hadad) continúa hasta el 2025. A Cablevisión, en manos de Fondos de Inversión, y Multicanal, se le extiende la concesión hasta el 2016.
El Presidente consumó este acto discrecional sin debate y acudiendo a argumentos que insultan a la inteligencia. Presentó a los concesionarios como víctimas. Sería bueno que alguien le recuerde al Presidente el cuento del alacrán. ‘Las víctimas’ serán sus victimarios cuando el apoyo de la opinión pública baje, o si decide conciliar discursos con acciones.

La lámpara de Aladín

De esta manera, frotando la lámpara de Aladín en manos de Kirchner, los demonios se humanizan y se convierten en la esperada burguesía nacional: Eurnekián, Avila, Manzano, Vilas, Magneto, Moneta y Hadad.
Si son enemigos, constituyen verdaderas corporaciones a desmantelar. Si son ‘amigos’, engrosan las filas de esa burguesía nacional tan difícil de encontrar como los fondos de Santa Cruz. O pasan a ser respetables banqueros como Jorge Brito.
Incluso se usan pretextos diplomáticos banales, que mezclan desparpajo, insolencia e irresponsabilidad.
Son los empleados para no recibir al presidente de Sudáfrica, undécimo comprador de productos argentinos. Se alega falta de tiempo, por estar el Presidente en campaña electoral. Para las elecciones legislativas faltan más de cuatro meses. El tiempo que le ‘falta’ a Kirchner le sobra a Lagos y Lula para atender al Presidente visitante.
No es lo mismo ser transgresor que suicida. No hay que confundir el no ser acartonado con ejercer de maleducado.
En la oposición, Elisa Carrió, como en un reality show, debe aumentar -diariamente- el voltaje de su lenguaje. Abandonó la obstetricia de los eternos partos y ahora agrega dinamita a cada una de sus palabras. Las elecciones legislativas de octubre, presentadas por el gobierno como un plebiscito, se transforman -dentro de su análisis- en un neo fascismo. O buscando referentes vernáculos dice que Kirchner es un Roca neofascista.
Si se usa el leguaje sólo en superlativo, los adjetivos se vacían. Le pasa como a ese lenguaje juvenil que agrega el ‘re’ delante de cada adjetivo. Carece de la maravillosa graduación que el castellano tiene.
Ricardo López Murphy, un ajustador profesional, un hombre que racionando gastos podría suprimir la única comida suministrada a los chicos de un jardín de infantes, un economista FIEL al mercado, llama a su acuerdo electoral con el heredero de los Macri, Mauricio, como el Frente Cívico por la libertad y la Justicia Social.
El Presidente de la Unión Industrial se opone al aumento del sueldo mínimo. Es una burguesía nacional a la que no le interesa el mercado, si tiene que contribuir con algo para ampliarlo. No quieren incorporar más consumidores. El empresario Héctor Méndez no ha acuñado -aún- ningún slogan. Le proporciono uno para vender su visión de la realidad: ‘El trabajo asalariado es la esclavitud. En cambio la esclavitud es como tener el estado de bienestar en casa’.

El mundo del revés

Todavía no se ha concretado. Pero por qué no imaginar que los banqueros Truzzo, Beraja, Handley y Sacerdote dirijan una central patronal de los banqueros bajo el slogan: ‘Manos limpias para negocios transparentes’.
Menem califica a su fracción como ‘el peronismo popular’ y pide un 100% de aumento de los sueldos.
Roberto Lavagna intenta meter en el freezer al modelo basado en la devaluación y las condiciones excepcionales del mercado internacional. El Ministro de Economía parece inspirarse en la anécdota de Héctor Enrique (entonces jugador de River) en el famoso gol de Maradona a los ingleses. Alguna vez el jugador de River declaró en sorna que fue el artífice del mismo porque le dio el pase al 10…… en su propio campo. Lavagna es como Enrique: sólo efectúa pases con precisión. Eso es lo equivalente a la devaluación y las condiciones externas muy favorables. Pero ese pase nunca hubiera terminado en gol sin Diego. Y en el gobierno, y tal vez en la misma sociedad, no hay un equipo que gambetee, es decir: reestructure el Estado, tome por asalto el Banco Central y la Aduana, cambie la distribución del ingreso, diseñe una política industrial, ponga lo financiero al servicio de la producción, reforme el sistema impositivo, inicie una cruzada contra el hambre y la indigencia, instrumente un programa serio de obras públicas.
El problema pasa a ser irresoluble si Kirchner y Lavagna consideran que el éxito es el pase de Enrique. No conviene confundir el pase con el gol. Como no es lo mismo el fútbol que el fulbito.

Memoria

¿Alguien se acuerda hoy de las disputas Menem – Cavallo sobre la paternidad de la convertibilidad? ¿Alguien se acordará dentro de unos años de los entredichos entre Kirchner y Lavagna por la apropiación de los méritos de la actual reactivación, renegociación de la deuda y mejoría notable de los índices macroeconómicos?
Cuando la crisis se precipita y barre con los signos positivos, lo que queda visible es lo que no se hizo, se hizo mal o en dosis insuficientes.
Hay deslealtad en el discurso político. El envase no responde al contenido. El contenido no tiene consistencia. Y la consistencia despareció en un sistema de representación implosionado.
El lenguaje oculta lo que la realidad descubre.

La banalidad del lenguaje

El filósofo griego Cornelius Castoriadis habló del ‘avance de la insignificancia’. La politóloga Hannah Arendt, de ‘la banalidad del mal’. Y el ‘filósofo’ argentino Alfredo Yabrán de que ‘El poder es impunidad’.
Aquí, en ésta nota, solo se ha apuntado a la banalidad, la insignificancia y la impunidad del lenguaje utilizado.