A 23 años de Malvinas

De Galtieri a los veteranos de guerra

8 de cada 10 veteranos de guerra están desocupados y hubo más de 300 suicidios después de 74 días de enfrentamientos contra las tropas inglesas apoyadas por Estados Unidos. En la Argentina se mataron tantos argentinos como los ingleses en las islas. Hay que tener en cuenta que los 649 soldados muertos se dividen en 323 víctimas del hundimiento del crucero 'Belgrano' y 326 en las Malvinas. Recién en 2004, los veteranos cobraron una jubilación de 920 pesos. Antes apenas percibían una pensión graciable. Durante dos años tuvieron los servicios del PAMI cortados a pesar de que ellos aportan 46 pesos mensuales para tener cobertura social. El 15 de febrero de 1990, los llamados Tratados de Paz celebrados en Madrid dieron a Gran Bretaña algunas potestades inauditas: ahora tienen decisión sobre lo que antes se llamaba Mar Argentino, influencia en la política de acuerdos con otros países de América latina y de Europa y explotan, casi sin control alguno, los recursos petroleros y pesqueros de la plataforma continental argentina, según informó el ex secretario legal y técnico de la presidencia de María Isabel Martínez de Perón, el doctor Julio González. Todo como consecuencia del proyecto del partido militar encabezado por Leopoldo Galtieri que ganó la interna del ejército gracias al apoyo de los grandes empresarios radicados en Santa Fe y los coroneles bolivianos Arce Gómez y García Meza, imputados de generar un’ narcogolpe’ en julio de 1980.

Por Fuente: ARGENPRESS

‘Patriotismo infantil’

– Yo estaba en el buque ‘Punta Médano’ cuando nos ordenaron salir hacia el sur. El primero de abril nos dicen a todos mientras estábamos en cubierta que íbamos a recuperar las islas Malvinas. En ese momento el crucero ‘Belgrano’ estaba totalmente desmantelado. Me acuerdo que vivimos un momento de gran euforia. Pero con total inconsciencia de lo que se venía. Era un patriotismo infantil -recordó Edgardo Barbero, ex combatiente que estuvo a quinientos metros de la costa malvinera el día del desembarco-.
Hoy, Barbero es secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea de la República Argentina de Rosario.
Reivindica el heroísmo de sus compañeros pero también reconoce la ferocidad del terrorismo de Estado que le dio nacimiento a aquella aventura.

‘La vida se terminó en el ’82’

– Estábamos apostados en Puerto Belgrano. Me acuerdo que salimos muy rápido hacia Ushusaia. El primero de mayo apoyamos el bautismo de fuego de la fuerza aérea con una acción que se llamaba de barco a barco. Estaba a bordo del crucero General Belgrano. Cuando empezaron las órdenes aquel 2 de mayo creía que se trataba de una práctica más. Pero no era una práctica. Se cortó la energía y se hizo el salvataje. Que en realidad fue muy bueno. Porque éramos 1.093 los tripulantes del Belgrano y murieron 323. Nunca vamos a olvidar a nuestros compañeros. Después vinieron épocas en donde nos callamos. Volvimos a la Argentina por la puerta chica. Se sintió aquello de que quisieron tapar el tema. Yo volvería, pero no quisiera que mi hijo lo haga. Hace poco tiempo acompañamos a un grupo de familiares, aproximadamente unas 200 personas hasta el lugar en donde hundieron al Belgrano. Fue una experiencia muy fuerte. Porque ahí había chicos que no conocieron a sus padres y empezaron a reconstruir una historia que no tenían. Fue un momento de mucho dolor pero también había algo de recuperación que terminó siendo muy bueno. Para muchos familiares la vida terminó en el ’82, relató Miguel Soto -uno de los 770 sobrevivientes del Belgrano- veintitrés años después.

El mar anglo argentino

‘El Tratado de Paz que venimos comentando desde la fecha de su firma determina tres cuestiones fundamentales. En el artículo quinto, anexos I – II – III y IV, se establece el ámbito geográfico marítimo concedido a Gran Bretaña. Este comprende todo el Atlántico Austral, desde el paralelo 40 (que pasa por las proximidades de Bahía Blanca, hasta el paralelo 60 que pasa por las islas Orcadas). Y desde la costa patagónica argentina hasta su intersección con el meridiano 20 Este. Esto comprende una extensión cuya superficie abarca aproximadamente de 6 millones de kilómetros cuadrados de mar…Se impone recordar que el ex ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina, licenciado Dante Caputo, dijo entonces que Gran Bretaña, con este acuerdo, venía a convertirse en un estado ribereño con la República Argentina’, dijo el doctor Julio González, quien fuera Secretario Legal y Técnico de la presidencia de la Nación entre 1974 y 1976.
Para Gonzáles se trata de ‘un verdadero tratado de Versalles, como el que impusieron las naciones vencedoras de Alemania después de la llamada primera guerra mundial’.
Aquel Tratado de Paz del principio de la gestión de Carlos Menem se hizo a través del entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo.
Según González, ‘este no es el primer caso en la historia argentina. Ya Manuel García, primero a través del gobierno de Gregorio Las Heras, firmó un tratado con los ingleses y después lo ejecutó como Ministro de Hacienda durante el gobierno de Rosas. Cavallo hizo lo mismo, primero lo firmó y luego lo ejecutó. Las inversiones inglesas se quedaron con casi todo lo que se vendió durante las privatizaciones y generaron 140 mil empresas cerradas. Por eso el título de mi libro es ‘Los tratados de paz por la guerra de Malvinas, su identidad con el tratado de Vesalles’ y lleva como subtítulo ‘Miseria y desocupación’. Eso es lo que ha pasado y que todavía no ha sido suficientemente difundido’, apuntó el investigador en diálogo con este cronista.
González expresó que ‘a partir de 1990, el Mar Argentino ya no es más ‘argentino’, es ahora Mar Angloargentino’.

Inmolado en el altar de la patria

Eduardo Adrián Paz tenía 38 años. Había nacido en la provincia de Córdoba, pero a los dos años fue a vivir a Rosario.
Le decían Tachi porque desde bebé le gustaba jugar con latas y maderas y hacer ruidos imitando tambores imaginarios. Apostando al ‘tachín, tachín’ que repetían sus familiares.
Tuvo una infancia feliz, recordó su mamá. Y quiso ser militar para defender esa patria que alguien le hizo amar. Por esos misteriosos caminos llegó anotarse en la tenebrosa Escuela Superior de Mecánica de la Armada. Pero Eduardo quería otra cosa. Y fue a pelear a Malvinas.
Volvió.
Tenía seis hijos y varias urgencias.
Aquel día, Tachi se bajó del auto de la hermana y empezó a caminar por la peatonal Córdoba de Rosario hasta el Monumento Nacional a la Bandera, el altar de la patria, como dicen las lenguas oficiales.
Subió hasta lo más alto, hasta el mirador y se tiró al vacío.
El muchacho que había dado la vida por la patria se mató, se inmoló en el altar de la patria.
Quizás porque la patria había hecho muy poco por su vida después de aquel heroísmo gratuito.
Algunas cifras dicen que en el territorio argentino, 360 veteranos de la guerra se suicidaron.
Eso quiere decir que los argentinos mataron más argentinos que los propios ingleses.
La indiferencia y la pobre inocencia de la gente, como dice León Gieco en ‘Sólo le pido a Dios’, efectivamente es un monstruo grande y pisa fuerte.

De Rosario a Malvinas (1978/1982)

‘A un general victorioso no se le cuestionan las batallas…’.
Con esta frase, Galtieri, del brazo de César Luis Menotti, descendió la escalera de la Bolsa de Comercio luego del triunfo de la selección argentina frente a Perú por 6 a 0 en el Gigante de Arroyito. La dictadura estaba de fiesta: la Argentina disputaría la final del Mundial contra Holanda y Galtieri, al mismo tiempo, celebraba el rol protagónico de Rosario en las últimas semanas.
Rosario era su base de poder y no solamente de operaciones.
‘De todo lo publicado acerca del Mundial me sigo quedando con el trabajo del comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, general Galtieri… es lo más realista, sensato y valioso… de modo que en medio de tanta confusión, el domingo repetiremos sus tramos más orientadores’, escribió Evaristo Monti el 26 de febrero de 1978.
Pero la sociedad Galtieri-Feced no podía continuar, por lo menos de manera oficial y sobre la superficie, durante la disputa del Mundial.
Las atrocidades del jefe de la policía rosarina eran más conocidas que las cometidas por el general.
‘La guarnición militar, por mi intermedio, con todos sus integrantes, todos los elementos a sus órdenes para la lucha contra la subversión, no podían dejar pasar por alto esta circunstancia. Recuerdo los años ´71, ´72 y ´73, eran épocas difíciles. Usted cumplió ahí la primera etapa en la Regional Rosario. Epoca de incomprensión, desconocimiento, inferioridad, pero de mucha responsabilidad. Ya gestaba este comando, a las órdenes del teniente general Juan Carlos Sánchez, en colaboración con su dependencia, la lucha contra la subversión. Llegó mayo del ´73 y tuvo que abandonar su cargo. Viendo los asesinatos de civiles y de muchos hombres de las fuerzas legales, policiales, de seguridad y del ejército. Rosario es testigo y sus familias, padres, esposos, de lo alevoso de la situación, de la actuación de esa banda de subversivos. Era la época en que llevábamos los ataúdes de los camaradas apretando las mandíbulas. Donde cada uno de nosotros sosteníamos el peso de los cadáveres y los llevábamos hasta la última morada; atadas nuestras manos políticamente’, se confesaba Galtieri.
‘Pero cada asesinato, cada hora en la calle templaba aún más nuestro espíritu. Creían poder derrotar al pueblo argentino. En mayo del ´76 se liberan nuestras manos atadas. Usted, al toque del clarín, se presentó nuevamente al puesto de combate, un puesto de combate en primera fila al grito de ¡hay coraje!, donde se muestra el temple de los varones. Poniendo el pecho en cada ataque. Comenzaron, entonces, los reclamos por los derechos humanos, acá y en el extranjero, reclamos que estuvieron ausentes en las decenas de asesinatos y de bombas colocadas desde el ´70 al ´75. Usted ha contribuido, con las fuerzas policiales a sus órdenes, a lograr casi el aniquilamiento militar de los adversarios. Sólo quedan algunos elementos aislados, diezmados, incoherentes, también queda la deuda del país’, dijo el hombre que conoció a Feced, por lo menos oficialmente, en octubre de 1969, luego del Segundo Rosariazo.
Galtieri siguió su discurso. ‘Para ello el gobierno de las Fuerzas Armadas ha puesto en vigencia la legislación… Pero quede usted en absoluta tranquilidad, señor comandante, al dejar su cargo, que las armas que usted empuñó, las seguiremos empuñando, listos para combatir y disparar, para aquellos que aún pretenden emplear la violencia de adentro en el exterior para atacar nuestra nación. También quede tranquila su conciencia que hemos aprendido por la experiencia de muchos años que la subversión cambia sus métodos periódicamente, pero que no los dejaremos sorprendernos. El pueblo argentino y las fuerzas armadas no tienen miedo de morir. Los irresponsables -que aún existen- deberán comprender que este paso histórico emprendido por las fuerzas armadas es definitivo para lograr una nueva Argentina y una nueva paz para los hijos que nos sucedan. Los que así no lo entiendan que se queden en el extranjero. Acá no tienen cabida’, terminó su despedida.
Por aquellos días se abrieron las presentaciones para construir Yacyretá, que ganaba la firma Decavial SA con el objetivo de levantar una villa permanente adyacente a la ciudad de Ituzaingó, en la provincia de Corrientes, una de la seis que estaban bajo el imperio de Galtieri. En Santa Fe, mientras tanto, la firma Tecsa seguía ganando licitaciones para electrificar obras en San Javier, Helvecia, Cayastá y Saladero Cabal.
‘Este año va a ser un complemento de los dos anteriores, no sólo en la lucha contra la subversión, sino también en los distintos ordenamientos del país. Probablemente marque el término del corriente año una nueva fisonomía del Proceso de Reorganización Nacional’, dijo Galtieri previendo su ascenso definitivo en la interna del partido militar.
‘Con la victoria sobre la subversión, atacando lo que aún queda de sus desgranadas raíces y vestigios, las fuerzas armadas y el pueblo argentino han dado un paso importante en procura de los objetivos que anhela la nación. La victoria sobre la subversión era el paso previo para despejar el camino que nos llevará a lograr la grandeza del país.
En síntesis, el ejército vive y convive con la población. Late al mismo ritmo y, por lo tanto, a la par de fortalecer su preparación como brazo armado de la Nación, educando a sus cuadros y ciudadanos, recientemente incorporados, contribuye dentro de sus posibilidades a atemperar las necesidades existenciales colaborando con la acción de gobierno’, remarcó en una entrevista.
La Asociación Empresaria de Rosario, a propósito de los dos años del golpe, expresaba su ‘beneplácito institucional’ y sostenía que ‘el empresariado ha comprendido que el actual no es un proceso más, sino más bien la única instancia que la Argentina tiene para su futuro’.
Al cumplirse seis años del asesinato del general Sánchez, el 10 de abril de 1978, Galtieri dijo que ‘estos son los héroes que permiten que un pueblo trabaje y descanse tranquilo y confiado, porque sabe que bajo los pliegues de la bandera, las fuerzas armadas, de seguridad y policiales sólo lo abandonarían cuando deban dejar la vida. Cuando se cierra el último capítulo de lucha en la tierra se abre el de la gloria y la grandeza’.
Agregó que ‘estos sacrificios no fueron en vano. Estamos comprometidos en la lucha hasta alcanzar la paz. Estos nombres grabados en bronce cumplieron su misión. Nosotros continuaremos cumpliéndola. Dios está con nuestros héroes, que el proteja a las fuerzas armadas, de seguridad y policiales, que estas velarán ahora y siempre por la patria y sus intereses vitales, con la firme convicción de que jamás el grito de libertad dejará de oírse en nuestra bendita tierra’, remarcó el general.
La Papelera del Norte, en tanto, allá en Villa Ocampo, en el profundo norte santafesino, pasaba también al capital privado. Fue adquirida por la firma Albarracín SA, siendo el presidente del directorio Andrés Collado.
El 24 de abril llegó a Rosario el Almirante Cero, Emilio Eduardo Massera. Su objetivo era acompañar al jefe de la Armada Boliviana, Gutemberg Barroso Hurtado, a la toma de amarras de un buque de aquel país, el Libertador Simón Bolívar, en la zona franca del puerto rosarino.
Galtieri sabía que Massera estaba, de paso, midiendo el potencial político del general. Y ambos, en definitiva, apostaban a las curiosas relaciones que mantenían con los militares bolivianos.
‘El Mundial es de todos. En la calle y en la cancha, un gol de cordialidad. El equipo es el país. Jugamos nuestro prestigio’, decía una aviso en ‘La Capital’, auspiciado por la Junta Nacional de Granos. A mediados de mayo se inauguraba el enlace del bulevar Avellaneda con el parque Alem, obra a cargo de la firma Adjiman y Chegoriansky Ingenieros.
Galtieri aprovechó una vez más el Día del Periodista para hablar en términos políticos: ‘Esta docencia que tan habitualmente, objetivamente, realizan los señores periodistas es de un valor incalculable para lograr los objetivos que la nación se ha impuesto para proyectarnos en el siglo XXI con una democracia estable, fuerte y moderna, para que el hombre argentino se continúe desarrollando en lo cultural, espiritual y en lo físico o material, con toda la proyección que nuestra raza y nuestra tradición están imponiendo’.
Cuando Kempes le metió los dos goles a Polonia en la cancha de Central, Videla, según ‘La Capital’, tuvo una ‘impresionante recepción del público’. El 21 de junio, luego del triunfo sobre Perú, el palco estaba ocupado por Videla, Massera, Agosti, Harguindeguy, Martínez de Hoz, Liendo, Kissinger, Galtieri, Desimoni, Cristiani, Viola, Bolatti y Lacoste.
En las tribunas, en tanto, la marcha oficial del Mundial era reinterpretada por los habitantes anónimos: ’25 millones de boludos, pagaremos el mundial…’, cantaban.
Antes de volver a Buenos Aires, los muchachos de la selección debieron soportar la despedida de Galtieri, que aprovechó para sacarse algunas fotos, especialmente con Kempes y Menotti.
Después del campeonato, Monti le volvió a ofrecer a Galtieri la popular columna futbolera en el diario ‘La Capital’ para que el general hablara de sus proyectos políticos.
El periodista introdujo la lectura del artículo marcando que ‘la institución Ejército tuvo mucho que ver con este éxito aportando hombres para puestos clave, brindando logística, apoyo y garantizando la seguridad’.
‘En primer lugar, las fuerzas armadas deciden, al hacerse cargo del gobierno, ratificar el Mundial. Lucimos en la Argentina capacidad de ejecución para lograr ese objetivo, pero además altas dosis de imaginación, creatividad e inteligencia, características que los argentinos debemos reconocernos y valorar’, respondió Galtieri.
Para el militar, ‘este Mundial despertó alegrías y sentimientos de hermandad volcados en las calles realizadas en el clima de orden y seguridad que le sirvieron de marco. Así pudo exteriorizarse en un ambiente distinguido por la corrección de los festejos. Un indicio de que estamos transitando el camino que nos conduce a la paz tan anhelada, para la cual fue preciso librar una lucha de la que el país fue testigo. Cupo una gran responsabilidad a las fuerzas armadas, anulando la acción corrosiva de las bandas subversivas’.
A la hora de congraciarse con los rosarinos dijo que ‘en las instancias decisivas le cupo a Rosario captar la expectativa por la selección coincidentemente con la celebración del Día de la Bandera’. Y fue entonces que Galtieri expresó su sueño individual al decir: ‘Yo diría que consagraba a los ojos del mundo la unidad cívico militar, ratificando una vez más el destino compartido de los argentinos’.
Después, en tono de sociología barata, Galtieri señaló: ‘El éxito deportivo sirvió para canalizar emociones y sentimientos que estaban adormecidos, recobrando el orgullo de sentirnos argentinos, de individualizarnos e identificarnos como tales ante el mundo. En ese proceso de recuperación moral, el pueblo extendió también su reconocimiento hacia quienes supieron conducir a buen destino un compromiso de cuyo éxito algunos descreían. Esto no es un hecho aislado, marca una nueva etapa en la vida nacional, ratificada con la adhesión demostrada al presidente en sus presentaciones ante el público. Esto marca una unidad de pueblo y gobierno, desmintiendo la falsa disociación que se promovió desde el exterior’.
Repitió su tono mesiánico al decir que convocaba a la población a meditar sobre el destino de la patria porque ‘hay un destino superior reservado a la nación Argentina’.
El 19 de julio Videla regresó a Rosario para despedirse como jefe del Ejército del Segundo Cuerpo. ‘Pero si es rica la historia mediata, no menos rica es la historia inmediata protagonizada por los efectivos de este Segundo Cuerpo.
Cuando la agresión del terrorismo subversivo se insinuaba sobre la república fue justamente desde este comando de cuerpo que voces claras, con visión de futuro, con valentía, alertaron sobre esa amenaza. No fue casual que en la persona de quien a la sazón fuera el comandante de este Segundo Cuerpo, la subversión se cobrara en la persona del teniente general Juan Carlos Sánchez la primera víctima’, dijo el presidente de la Junta.
Galtieri confirmaría esta visión política de Videla. No sería casualidad que tampoco él, como Viola, Martínez de Hoz y Antonio Caggiano fueran primero poderosos en la región del Gran Rosario para luego, como síntesis de los años sesenta y setenta, pasar a ser figuras de primer orden a nivel nacional.
El 20 de octubre, el Comando del Segundo Cuerpo emitió un comunicado por el que ‘desea poner especial énfasis en alertar a los padres para que no descuiden a sus hijos, por cuanto el peligro de la captación de jóvenes por parte de las bandas terroristas sigue vigente. Para ello se valdrán de hábiles subterfugios, aprovechando sus buenos sentimientos e ignorancia, para captarlos insidiosamente. Logrado esto se operaría en los jóvenes una deformación que los inducirá a participar en la delincuencia terrorista, buscando la destrucción de la sociedad y, con ello, la de su propia vida’.
A fines de noviembre, Monti repetía elogios sobre Galtieri: ‘En política no hay ni cara ni ceca, me dijo el general Galtieri, y es la más inteligente síntesis que he escuchado. Como además me propuso que le mandara discutir con él a quien no lo piensa así, opto por difundirlo unas cuantas semanas después de habérmelo confiado’.
‘Esta es sólo una semilla. Pero es la vez todo un símbolo. En estas aulas donde ayer se agraviaban nuestros símbolos, donde en las leyendas de sus muros anidaban el rencor y el odio, hoy lucen enhiestos y orgullosos los símbolos más caros de nuestra nacionalidad, de nuestras tradiciones, de nuestra historia’, dijo el coronel Roberto Villa al inaugurar el aula ‘Ejército Argentino’, en la escuela superior de psicología, en Rosario, y luego fue aplaudido por Galtieri.
En esos días de diciembre, Videla inauguró en Acindar una planta para la producción de aceros semielaborados, mientras que la mayoría de los delegados y dirigentes gremiales se encontraban secuestrados y muchos de ellos ya eran desaparecidos.
‘Brindo por ustedes periodistas por la contribución para el esclarecimiento de la lucha contra el terrorismo, lo que permitió mantener adecuadamente informada a la ciudadanía’, les dijo el general en el que sería el último encuentro de fin de año con los cronistas rosarinos.
Fue el año en que debió cerrar su laboratorio político, la ‘Quinta de Funes’.
Se la llamó la ‘Operación México’.
Fue el 13 de enero de 1978. Desde el Aeropuerto de Fisherton, en Rosario, el general Leopoldo Fortunato Galtieri subió al avión presidencial ‘Tango 01’ con destino a la Capital Federal. Frente a Jorge Rafael Videla y Eduardo Viola, explicó la ‘Operación México’.
Cuenta Miguel Bonasso en su imprescindible ‘Recuerdo de la Muerte’ que el sábado 14 de enero de 1978, a las 12, aproximadamente, ‘el grupo compuesto por tres miembros de la inteligencia militar (Sebastián, Daniel y Barba) y dos prisioneros (Tulio Valenzuela y Carlos Laluf), emprenden la partida desde la quinta de Funes. Valenzuela lleva el mismo documento falto que tenía en el momemnto de la caída, a nombre de Jorge Raúl Cattone. El mayor Sebastián pasa a ser el señor Ferrer. Barba es ahora Caravetta y Nacho Laluf se llama Miguel Vila. Los documentos falsos de estos últimos han sido confeccionados en Funes, utilizando el servicio de documentación que tenía la Columna Rosario de la Organización Montoneros’.
Valenzuela había convencido a Galtieri para que lo enviara a México con la supuesta intención de infiltrar al Movimiento Peronista Montoneros en el exilio y así permitir el asesinato de los principales dirigentes. Quedaban en Funes nada menos que su compañera, Raquel Negro, embarazada de seis meses, y su hijo, Sebastián, de un año y medio.
‘…Ellos son los rehenes. Yo fui amenazado de que serían inmediatamente ejecutados, si la misión de infiltración que yo iba a cumplir acá fracasaba o se producía algún hecho como éste…Mi compañera manifestó que ella estaba totalmente dispuesta a quedar en el país como rehén, para morir, para salvar algo que era mucho más trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá y poder informarle a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo por desbaratarlos’, dijo Tucho Valenzuela en aquella conferencia de prensa del 18 de enero de 1978.
Agregó que ‘mi compañera, un hijo por nacer y mi otro hijo, están en manos, en este momento, del general Galtieri. Yo responsabilizo por sus vidas y por su integridad física a Videla, al general Viola, al general Martínez, que era el cerebro de esta operación, y al general Galtieri, que la tienen en una quinta de Funes, en las afueras de Rosario…’.
El 19 de enero, las autoridades mexicanas reclamaron ante las autoridades argentinas la violación de su soberanía por este grupo de tareas. Un día después, en el diario mexicano ‘Unomasuno’, se publicaron las declaraciones telefónicas de Galtieri: ‘yo no tengo control de mis agentes fuera del país’.

(Del testimonio de Jaime Dri).

‘…Aproximadamente para el 28 de diciembre fue trasladado a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, con jurisdicción del Segundo Cuerpo de Ejército que comandaba el general Leopoldo Fortunato Galtieri y el segundo era el General Jáuregui. Ahí estuvo detenido en la Quinta de Funes, llamada por ellos la Ponderosa, que era una residencia con césped, plantas de pino y pileta. El teléfono que a esa fecha tenía la residencia era el número 93200. Ahí permaneció detenido aproximadamente hasta el día dieciocho de enero, junto a los siguientes prisioneros: Pedro Retamar; Carlos Capella y su esposa apodada ‘Gringa’; Tosetti, apodado ‘Leopoldo’ y su esposa apodada ‘Flaca’; Carlos Laluf y su esposa apodada ‘Nacha’; Juan Dusek, oriundo de Santa Fe; el ‘Pipa’ (cordobés); Novillo, apodado ‘Ignacio’ (santafesino), de Venado Tuerto; María Raquel Negro, santafesina; Tulio Valenzuela (sanjuanino); Reyna Lloveras (cordobesa); el cabezón Toniolli (de Rosario) y dos personas apodadas ‘Soledad’ y ‘Leticia’ (santafesinas). En ese mismo lugar tuvo oportunidad de conocer personalmente en una visita que hizo a ese centro de detención clandestina al general Fortunato Galtieri, al Jefe de Servicio de Inteligencia, apodado ‘Coco’, al jefe de la base ‘Mayor Jorge’, al jefe de operaciones ‘Capitán Sebastián’, al segundo jefe (Teniente Daniel), al médico con grado de capitán apodado ‘El Tordo’, a un jefe de guardia el teniente apodado Juan, al capitán Emilio (correntino), Sergio I (procedente de Aeronáutica), Sergio II (policía de la provincia de Santa Fe y militante de la CNU), Carlitos (en esa fecha se casaba con una señorita de origen turco), el tucu, Torres (policía de la provincia de Santa Fe), Armando o Cráneo (posible médico dental), Barba o Bueno (interrogador). Asimismo en una oportunidad según le manifestaron otros prisioneros y el propio personal militar fue interrogado por el general Jauregui quien lo amenazó de muerte…’.

La casa fue alquilada como lugar de descanso, de parte de los militares rosarinos, a la familia Fedele, aproximadamente en octubre de 1977.
Quien estaba a cargo de la misma era el teniente Daniel Amelong, hijo de un jefe de personal de la empresa Acindar. Recibía órdenes de otros militares, Fariña y Guerrieri, por entonces segundo en Inteligencia.
La Quinta estaba ubicada en San José y Ruta 9.
Ya existía otra casa que funcionaba como centro clandestino de detención, cerca de la estación de YPF, y a pocos metros de las vías del ferrocarril.
Según Alicia Gutiérrez y Cecilia Nazábal, por allí pasaron ‘Pedro Retamar, ‘el tío’; Estela Hilbrand de Del Rosso; Jorge Novillo, ‘Ignacio’; Carlos Laluf, ‘Nacho’; Marta María Forestello, ‘Lala’; Miguel Angel Tossetti, ‘Leopoldo’; Fernando Dante Dussex, ‘Juan’ -esposo de Cecilia-; Liliana Nahs de Bruzzone; Eduardo Toniolli; Raquel Negro; Oscar Daniel ‘Foca’ Capella; Ana María Gurmendi, ‘la Gringa’; Rena Lloveras; Tere; Pipa y Juana’.
Desde allí, Cecilia recibió algunas postales hechas con cartulina de parte de su compañero Fernando.
Le regalaba dibujos a su hijo y a su mujer.
‘No esperes a poder lanzar tu luz a lo lejos…alegra e ilumina el rincón donde vives’. A ella le decía Bori y al pibe de los dos, Borosito.
‘…Siento tristeza por no poder estar juntos, pero a la vez tengo una tremenda alegría. Por muchas cosas. Porque con vos está Borosito. Porque a pesar de la distancia y la comunicación a medias vamos a estar más juntos que nunca. Porque hace dos años y días empezamos una nueva vida los dos. Que nos permitió crecer, vivir, aprender un montón de cosas hermosas. Que tuvo accidentes pero siempre estuvimos listos para seguir adelante. Y esto de hoy es un accidente que tal vez no lo preveíamos. Algo que nos va a costar superar pero del cual, estoy seguro, saldremos airosos…’
Los fusilaron.
Envolvieron sus cuerpos en frazadas y lo llevaron a un avión para tirarlos, presumiblemente, en la bahía de Samborombón según le dijo el Tucu Constanzo a los periodistas Reynaldo Sietecasse y Raúl Acosta.
Aunque después lo negaría.
Cecilia y Alicia siguieron con vida.
Alicia cruzó las sierras para escaparse de los proveedores de la muerte. Habían discutido si convenía o no tener hijos. Si cuando se tuvieran, se quedaban en la Argentina o se enviaban a Cuba.
Sentían que si ganaban un poco más de dinero que un obrero, el resto debía socializarse. Eran montoneros, solidarios, jugados y después del 24 de marzo, mal informados.
Trabajaban en las villas y sus amigas prostitutas también hacían política para lograr el socialismo nacional, como recordaron de Mary.
Cecilia gambeteó a una patota saliendo por el costado de ellos cuando llegaron a la pensión.
Sobrevivieron. Hasta le hicieron crecer la culpa de estar vivos. Increíble y perversa mutilación entre las víctimas. Sus pibes crecieron y hoy están en HIJOS.

1979 era el año del gran salto

Lo que había comenzado a imaginar cuando por primera vez llegó al entonces corazón del poder económico industrial del país, el Gran Rosario, a fines de los años sesenta.
Luciano Benjamín Menéndez se hizo cargo del Tercer Cuerpo de Ejército con sede en Córdoba y Antonio Domingo Bussi asumiría como director de Gendarmería. Suárez Mason se encargaría de la jefatura del Estado Mayor del Ejército y él, Leopoldo Fortunato Galtieri, comandaría el Primer Cuerpo de Ejército.

El escalón anterior a la presidencia

‘La hospitalidad y el afecto recibido, fruto del cual son la innumerable cantidad de amigos, hace que esta permanencia en la Cuna de la Bandera conserve para mí recuerdos imborrables’, comenzó diciendo en su despedida del 29 de enero de 1979.
Destacó ‘el espíritu solidario de sus hombres, que han dado el impulso necesario para convertirla en una ciudad pujante, proyectándola a los primeros planos del nivel nacional. En ella me ha tocado vivir días muy intensos, llenos de patriotismo, y siempre me he sentido acompañado por esta ciudad que tan laboriosamente construye su destino de grandeza junto a la nación toda. Durante la permanencia en mi función de comandante de este glorioso cuerpo, el país ha debido atravesar circunstancias muy significativas. En cada uno de esos momentos, el pueblo de Rosario se ha manifestado siempre presente adhiriendo y colaborando, ya sea en la lucha contra el terrorismo apátrida, o solidarizándose con sus soldados cuando la patria requería resguardar su soberanía en la zona austral. No puedo hablar de despedida, por cuanto los vínculos que me unen a esta ciudad, que ya la siento tan cerca de mí, son tales que habrán de perdurar a lo largo de mi vida’, impostó.
‘Son mis deseos que Rosario siga con la pujanza y con el entusiasmo con que la conocí. Manteniéndose como ejemplo de la comunión cívico militar, espíritu que se renueva anualmente con el júbilo del 20 de junio. Mi saludo a todas las instituciones, fuerzas vivas, a los hombres y mujeres que desde su quehacer específico edifican la grandeza de la nación, a los jóvenes que estudiando o trabajando, creativa y tesoneramente, construyen el futuro del país. A todos ellos vayan mis mejores deseos de progreso y ventura personal’, se despidió el general.
El primero de febrero de 1979, de la mano del entonces presidente de la Junta Militar, Eduardo Viola, también ex titular del Segundo Cuerpo de Ejército, el hombre nacido en Caseros asumió como comandante del Primer Cuerpo.
‘Estoy totalmente convencido que el ejercicio del mando es la plena satisfacción de un soldado. En mis treinta y seis años de servicio he tenido esa enorme satisfacción en reiteradas oportunidades y no obstante ello, hoy, en este momento, una gran emoción me embarga el espíritu al ver en esta plaza de armas de Palermo sintetizada la historia del Ejército Argentino, en estas unidades que están formando y que orgánicamente le pertenecen, con sus gloriosas banderas cargadas de medallas, logradas en combates en la formación del país, allá cuando la patria nacía con el sol de mayo, cuando nuestras viejas generaciones construyeron palmo a palmo el país, asegurando nuestras fronteras, y dando nada más y nada menos que la libertad a los pueblos hermanos, no puedo menos que emocionarme al asumir esta tremenda responsabilidad’, sostuvo.
Y luego comenzó a enunciar el alcance político de su nueva gestión, supuestamente militar.
‘Responsabilidad de mantener el prestigio del Ejército, de este cuerpo de Ejército, en esta jurisdicción donde habitan 12 millones de habitantes, la mitad de la población de la Argentina, a la que tenemos la obligación de dar seguridad para su trabajo fecundo. Cuerpo de Ejército que le ha caído la responsabilidad, junto con el resto del Ejército y de las fuerzas en la lucha contra el terrorismo. Que la ha cumplido brillantemente y ha derrotado al adversario. Que nuestras armas están bendecidas por la sangre de nuestros mártires caídos y están endurecidas en la lucha del Ejército de hoy… No titubear en el cumplimiento de la misión asignada: el exterminio de la delincuencia terrorista demencial y el apoyo al Proceso de Reorganización Nacional’, reivindicó Galtieri.
‘El teniente general Roberto Eduardo Viola, un militar que laboró pacientemente durante diez años para llegar a la Casa Rosada, no pudo siquiera tomarle el gusto al poder. Su fugaz gestión duró apenas nueve meses. El reemplazante era Leopoldo Fortunato Galtieri, comandante en jefe del Ejército, cargo al que había accedido gracias a la ‘muñeca’ de Viola para manejar la interna militar. La historia argentina está plagada de estas paradojas: Viola se descubrió así como víctima del hombre al que había escogido como heredero, privilegiándolo por encima de algunos otros candidatos, por considerarlo el menos peligroso de todos para su proyecto’, dice el excelente libro ‘Malvinas, la trama secreta’, de los periodistas Oscar Raúl Cardoso, Ricardo Kirscbaum y Eduardo Van Der Kooy.
Allí, en esas páginas, está el desarrollo final del Galtieri forjado en la zona del litoral.
En términos futboleros, Malvinas resultó la explosión de la etapa rosarina de Galtieri, su continuidad por otros medios, la fase superior de la espiral tejida por los sectores e intereses representados por el ex comandante del Segundo Cuerpo de Ejército.
Galtieri, becado en 1960 por el Ejército norteamericano para hacer un curso de ingeniería avanzada, fue el único del grupo de becarios latinoamericanos que lo reprobó. El mismo que soñó el 13 de febrero de 1982, en medio de un monumental asado para más de doce mil comensales en Victorica, provincia de La Pampa, su continuidad como presidente de la Nación a través de aquello que repitió innumerable cantidad de veces en Rosario: la unidad cívico militar.
En 1981, cuando volvió a Estados Unidos, invitado por el general Edward Meyer, se quedó diez días y comprometió la ayuda argentina en todos los proyectos de política exterior del imperio, desde Centroamérica al envío de tropas al Sinaí, en Medio Oriente.
‘Señores, la Argentina debe estar en el Sinaí. Hoy se lo comuniqué a Meyer’, dijo Galtieri el 14 de noviembre de ese año. Ante los periodistas norteamericanos dijo que ‘para el ejército argentino no hay ningún inconveniente en dar ese aporte. Podemos dar eso y mucho más’.
Cuando llegó a Buenos Aires comprendió que su posición era poco menos que personal. ‘Quizá no pueda lograr el envío de soldados a Medio Oriente, pero con América Central haremos un negocio mejor’, dijo entonces.
Galtieri repitió ante los estadounidenses la misma lectura que quiso imponer a los cuadros montoneros secuestrados y torturados en la Quinta de Funes, en cercanías de Rosario, a fines de 1977 y principios de 1978. Eran los tiempos en que buscaba formar su propio partido político con el aporte de los dirigentes ‘derrotados’. A pesar de que la fuga de Tulio Valenzuela, el 13 de enero de 1978, y la posterior conferencia de prensa en México desarticularon aquella locura, Galtieri seguía en su lógica.
La idea que les transmitió a los norteamericanos fue que debía ganarse para la causa de los contras al ex Comandante Cero sandinista, Edén Pastora, por entonces exiliado en Costa Rica. ‘The New York Times’ informó que fue Galtieri el que llevó a la CIA a ‘efectuarle pacientemente la corte a Pastora’, dicen los periodistas en su libro ‘Malvinas, la trama secreta’.
El 4 de diciembre de 1981 Galtieri desplazó a cinco generales que podían resultarle molestos para su proyecto: Antonio Bussi, José Rogelio Villarreal, Reynaldo Bignone, Eduardo Crespi y Carlos Martínez. Reubicó a su alrededor a los hombres que conocía desde los tiempos y las noches rosarinas, Juan Carlos Trimarco y Cristino Nicolaides.
‘Cree que el mundo gira alrededor de la República Argentina y que la República Argentina gira alrededor de él’, dijo Viola sobre Galtieri.
El 22 de diciembre la Junta Militar desplazó a Viola con el pretexto de su enfermedad y fue entonces que Galtieri asumió como el tercer presidente del Proceso.
Cuando habló por primera vez al país en su nuevo rol, dijo que la Argentina abandonaba las ‘zonas grises’, por lo que inauguraría un pleno acercamiento a los Estados Unidos. Designó al general Alfredo Saint Jean en el Ministerio del Interior y a los doctores Nicanor Costa Méndez y Roberto Alemann como titulares de Relaciones Exteriores y Economía, respectivamente.
También fue en diciembre de 1981 que ‘una fuente diplomática recordó que en su viaje a Buenos Aires, Vernon Walters expuso ante Galtieri -y el resto de los miembros del gobierno militar- la preocupación de su país por la asistencia argentina al régimen de facto boliviano. Esta era una de las principales inquietudes de Washington, porque las autoridades de La Paz, incluido el dictador García Meza, estaban vinculadas con el multimillonario tráfico de drogas, que tenía a Estados Unidos como su más importante mercado. Algunos días después, el comandante en jefe del Ejército se jactó ante algunos de sus generales de haberle dicho al embajador itinerante que ‘(en Bolivia) yo decido a quién y cuándo poner en el poder y cuándo sacarlo’, cuenta el libro de los tres periodistas argentinos.
La anécdota no es menor para entender la historia del ascenso de Galtieri desde Rosario a la presidencia de la Junta, porque fue justamente en la ciudad besada por el Paraná en donde se alojaron, y prepararon el golpe, los entonces coroneles Arce Gómez y García Meza. De allí la necesidad de profundizar la conexión boliviana a la hora de pensar los soportes económicos que catapultaron al ex comandante del Segundo Cuerpo de Ejército a lo más alto del poder político nacional. Al mismo tiempo es fundamental rastrear qué tipo de contribuciones hicieron los militares bolivianos a la hora de devolver favores.
Lo cierto es que en diciembre de 1981 el hombre que había reprimido el Segundo Rosariazo se convirtió en presidente de la nación.
Thomas Enders, por entonces secretario de estado adjunto para asuntos interamericanos de los Estados Unidos, opinó que ‘la Argentina está muy preocupada por la situación que atraviesan Nicaragua y El Salvador y desearía estar presente en forma activa en cualquier acción que se tome. Sin embargo, yo no sugeriría con eso la participación de la Argentina en la integración de una fuerza militar en la región’. En realidad fue una pantalla para cubrir las operaciones que los argentinos ya estaban realizando en América Central.
Galtieri estaba a punto de entrar en la historia gracias al apoyo de los grandes empresarios del Gran Rosario y del Litoral y el inestimable aporte de sus amigos Arce Gómez y García Meza.