España

Piden 9.138 años de cárcel para el represor Scilingo

La Fiscalía solicitó a la Audiencia Nacional de España que condene al ex capitán de Navío (y represor) argentino Adolfo Scilingo a 9.138 años de cárcel por delitos de genocidio y terrorismo cometidos durante la dictadura militar en Argentina. Se lo considera responsable de 30 asesinatos y 255 desapariciones de personas durante la dictadura militar en Argentina, entre los años 1976 y 1983. Alternativamente al delito de genocidio, podría ser acusado por el delito de lesa humanidad.

La Fiscalía de la Audiencia Nacional de España pidió un total de 9.138 años de cárcel para el ex capitán de Navío argentino Adolfo Scilingo como autor de delitos de genocidio y terrorismo, al considerarle responsable de 30 asesinatos y 255 desapariciones de personas durante la dictadura militar argentina, entre 1976 y 1983.
La fiscal Dolores Delgado modificó las conclusiones provisionales de la Fiscalía, que pedían la absolución del ex oficial, por una posición acusatoria por delitos de terrorismo y genocidio.
Delgado responsabiliza directamente a Scilingo de haber participado en dos «vuelos de la muerte» en junio y agosto de 1977, en los cuales 30 personas fueron asesinadas al ser arrojadas al mar desde el avión en el que habían sido subidas narcotizadas y engañadas, que estaban alojadas en el campo clandestino de detención de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA).
La representante del Ministerio Público destacó que la postura actual de la Fiscalía defiende la persecución universal de los delitos contra la humanidad, como los que se imputan a Scilingo, en contraposición a lo que sostenían el anterior fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, que negaban competencia a los tribunales españoles para conocer la causa, por lo que no acusaron al ex oficial. El cambio de posición fue decidido por el actual fiscal general, Cándido Conde-Pumpido.
Scilingo, en octubre de 1997, se autoinculpó de los delitos en comparecencia voluntaria ante el juez Baltasar Garzón, al arrepentirse de sus acciones.
Delgado entiende que el testimonio de Scilingo fue corroborado por varios testigos que declararon en el juicio y por documentos aportados.
La fiscal acusa a Scilingo de delito de genocidio o, en su defecto, de crimen de lesa humanidad, en el caso de que el tribunal entienda que los asesinatos y desapariciones que se le imputan no siguieron un plan preconcebido para eliminar a una parte de la población argentina por motivos políticos, ideológicos o religiosos, como afirma la Fiscalía.
Además, imputa al ex oficial 255 delitos de terrorismo, por otras tantas personas desaparecidas tras su detención en la ESMA; el asesinato de 30 personas en «vueltos de la muerte»; y delitos de lesiones a 93 personas que estuvieron en la ESMA y fueron posteriormente liberadas.
La Fiscalía destaca que Scilingo, como el resto de oficiales allí destinados, conoció las torturas a las que los detenidos eran sometidos en la ESMA, incluidas 16 mujeres embarazadas, a dos de las cuales el oficial vio personalmente en el centro de detención.
Además, participó en dos «vuelos de la muerte», uno en junio y otro en agosto de 1977. Los detenidos elegidos para estos «traslados» eran drogados con inyecciones de pentotal («pentonaval», como decían jocosamente los torturadores) y se les mentía diciéndoles que iban a ser puestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional para adquirir la condición de detenidos legales, por lo que sus familias conocerían su paradero.
En la primera ocasión, «como una broma macabra», señala la fiscal, les hicieron además bailar música brasileña antes de ser conducidos al aeródromo donde los subían a los aviones, los desnudaban, y los arrojaban al mar mediante empujones. En el primer vuelo de Scilingo fueron asesinadas 13 personas, y en el segundo, 17.
En sus conclusiones, que consta de 67 folios, la fiscal sostiene que lo ocurrido en Argentina durante la dictadura militar fue un genocidio puesto que fue un «plan ideado y ejecutado por las Fuerzas Armadas argentinas para el establecimiento de un determinado sistema político e ideológico, previa eliminación de aquella parte de la población nacional que por motivos políticos, ideológicos o religiosos pudiese representar un obstáculo en tales objetivos».
Añade que Scilingo «aceptó ese plan cuando tuvo conocimiento de él, aceptó los objetivos perseguidos con el mismo, se involucró en tales actividades en la forma que se ha descrito, y participó directamente en la ejecución del plan cuando arrojó al mar desde los aviones a treinta personas».