Carta de Beilin a Sharón:

“Hoy lo estamos salvando”

La siguiente es una carta escrita por Yossi Beilin, líder del partido socialdemócrata israelí Yahad, al Primer Ministro de su país Ariel Sharón, aparecida en el periódico Haaretz del 29 de noviembre del corriente año.

Estimado Primer Ministro: el hecho de que el partido Yahad, al que tengo el honor de presidir, salvará hoy a su Gobierno de caer, por el voto de desconfianza impulsado en la Knesset (Parlamento israelí) por el Laborismo, me está comenzando a desvelar el sueño. Después de todo, no le tenemos la más mínima confianza. Usted es el responsable del desastre causado por la superflua guerra en El Líbano, y su provocativa visita al Monte del Templo, contribuyó al comienzo, o al menos al desencadenamiento, de la Intifada. Eso sería suficiente para no apoyarlo.
Durante el gobierno de Barak murieron 53 israelíes en la Intifada, mientras que a lo largo de su mandato, en el cual prometió paz con seguridad, hubo más de 1.000 muertos israelíes, y del lado palestino tres veces esa cifra. Es suficiente para justificar un voto de desconfianza.
La agenda central de la actualidad en Israel es la pobreza. Hasta 1977, Israel era uno de los países más igualitarios en el mundo. El Likud, que era visto como un representante del voto de los pobres contra los más acomodados y la corrupción, ha ensanchado la brecha social, algo que todos los gobiernos de izquierda elegidos en los últimos 27 años se habían encargado -con éxito- de prevenir.
Su gobierno hizo un muy buen trabajo. Convirtió a Israel en uno de los países occidentales con una de las brechas sociales más importantes entre ricos y pobres. Le garantiza la quiebra al rico; reduce los impuestos a los que tienen más fondos; y con orgullo y con los ojos bien abiertos, recorta y disminuye el reparto de la torta a los más pobres.
En ocasiones, nos arroja a la cara sus slogans de compasión como si estuviera dando un sermón en la sinagoga, y después le da vía libre al Ministro de Economía, Benjamín Netanyahu, en su tarea de arrojar a Israel a un abismo de desigualdad y a niveles de pobreza sin precedentes en la historia del Estado.
Habría podido encontrarse con las víctimas de esta política si hubiera venido conmigo al Barrio Dalet en Beersheva, donde viven de subsidios que los fuerzan a sobrevivir con dos o tres rebanadas de pan al día.
La desconexión de Gaza, razón por la cual no lo dejaremos caer hoy, no nos llena de regocijo. Por el contrario. Estamos seguros que su deseo es el de sacarse de encima ese trozo de tierra indeseable para evitar la crítica internacional por los asentamientos ilegales que usted no manda a evacuar, por la continuación de la política de ampliar los asentamientos en la Ribera Occidental, los asesinatos selectivos, la destrucción de casas palestinas, la construcción de una cerca de defensa a lo largo de una ruta que anexa áreas palestinas a Israel y por la continuación de la ocupación.
Luego, hará todo lo posible para sumergir todo proceso político posible en formol (es tan evidente, usted es el primer Primer Ministro que rehúsa entrar en negociaciones sin precondiciones con el presidente sirio).
Y a pesar de todo esto, nosotros pensamos que el hecho de que intente evacuar los asentamientos de Gaza es una importante contribución al proceso político, y provee un precedente significativo para el futuro. A pesar de que esta evacuación no se lleva a cabo por el bien de un acuerdo definitivo, hará posible que lleguemos a uno. Casi seguro sin usted. No le daremos a usted una razón, o una excusa, para echarse atrás en los planes de evacuación de los asentamientos de Gaza.
Nosotros adherimos a una consistente tradición de la izquierda sionista, que apoya todo paso hacia el fin de la ocupación, incluso si otro está a cargo y nosotros no. Estaremos en guardia, no le permitiremos que no cumpla por completo con la tarea que se ha impuesto, y que le parecía mas fácil hace un año que hoy día.
Sabemos que no hay una red segura. Nos estamos absteniendo en el voto de desconfianza de hoy en el Parlamento. No tenemos intención alguna se ser ministros en su gobierno, porque al revés de otros, no estamos dispuestos a asumir ninguna responsabilidad colectiva ante su política social y de seguridad. Nos reservamos el derecho de votar en su contra si su gobierno toma decisiones de largo plazo que no estamos en condiciones de soportar. Pero usaremos ese derecho solo si no nos queda otra alternativa. Tampoco podremos abstenernos cuando se vote el presupuesto, a menos que incorpore cambios que salve del hambre a los niños del barrio Dalet de Beersheva. Pero ese voto, quizá, pueda posponerse por unos cuatro meses más.
Por lo pronto, soportaremos nuestros deseos de verlo dejar la Oficina de Primer Ministro, porque creemos en nuestra capacidad para producir desarrollos políticos que lo desvían de sus intenciones originales. Así como lo hicimos posible con los Acuerdos de Ginebra -tal como usted lo admitió- que llevaron al surgimiento de esta idea de la desconexión unilateral de Gaza, estaremos trabajando después de la retirada, promoviendo negociaciones con el nuevo liderazgo palestino, en pos de un acuerdo de status final. Ese acuerdo se basará en el Plan Clinton y en la iniciativa del presidente Bush. En el contexto del Mapa de Rutas. Y cuando se firme, será, para la sorpresa de todos, similar al Acuerdo de Ginebra del que usted mismo trató de escapar.