Gabriel Levinas y su opinión por la absolución de los imputados en la Causa AMIA:

“Debíamos liberar a estos delincuentes para que los verdaderos culpables sean encontrados”

A lo largo del extenuante juicio oral pudimos confirmar lo que ya la sociedad sabía: la causa judicial del juez Juan José Galeano fue un verdadero desastre. La lista de irregularidades es tan extensa como el interminable expediente, de casi 140.000 fojas, más causas conexas, peritajes, informes de inteligencia, etc. Hoy, como hace diez años, todo está en veremos, no hay una sola cosa “segura” que no deba ser revisada. A diez años, no sabemos qué pasó en la AMIA.

Frente a esto, las instituciones de la comunidad judía pretendían que se condene a los acusados y en esa misma tesitura están algunos de los familiares de las víctimas.
Desde el punto de vista legal no se puede condenar a nadie como cómplice del atentado basado en semejante expediente, y este tribunal así lo pensó.
Pero por otra parte, si el tribunal fue capaz de desoír presiones de familiares y de la querella oficial, esto habla de la valentía de su veredicto.
Lamentablemente, la independencia del tribunal es inversamente proporcional a la voluntad y los deseos de los principales damnificados. Paradójica situación porque la estupidez o complicidad, depende el caso, desde el principio de la causa y la incapacidad de autocrítica de la dirigencia de la colectividad después obstruyó el camino y hará incluso -a futuro- más difícil aún llegar a la verdad algún día.
La causa, armada con irregularidades que llegaron hasta el pago por un testimonio falso de cuatrocientos mil dólares al principal imputado, Carlos Telleldín, sigue siendo defendida a rajatabla por gran parte de la querella y lo que sabremos ahora -conocido este fallo que considero justo- es también hasta dónde llega la irresponsabilidad de nuestra dirigencia y la paciencia de la comunidad en aceptar que estos ineptos nos sigan representando y hablando en nuestro nombre.