El poder de la Iglesia en Argentina

El vaticano desestimó remover al Obispo castrense

El Vaticano rechazó el pedido del Gobierno de Argentina para remover el obispo castrense, Antonio Baseotto, por sus declaraciones de que al ministro de Salud, Ginés González García, se le debería colocar una piedra en el cuello y tirarlo al mar por su apoyo a la despenalización del aborto, con obvias referencia a la metodología usada por la Dictadura Militar del ´76 para arrojar desaparecidos y desaparecidas a las aguas del océano y del Río de la Plata.

Si bien no se conoce aún el texto oficial del Vaticano, los medios adjudican al nuncio apostólico Adriano Bernardini haber comunicado al Gobierno que no hay razones del Derecho Canónico para remover a Baseotto y se comenta que Bernardini habría apelado a alguna fórmula diplomática para dar la esperanza de que podía modificarse esa situación, en un futuro no inmediato.
A raíz de esas declaraciones salió a la luz declaraciones de Baseotto que lo colocaría como un fuerte antisemita y de excelentes relaciones con los sectores militares y civiles que mantienen la defensa de la Dictadura del ´76.
El vicariato castrense está sustentado por un acuerdo Argentina-Vaticano de 1957. En 1992, durante el gobierno presidido por Carlos S. Menem, el vicariato castrense pasó a ser diócesis, el vicario obispo y el territorio físico los cuarteles.
En ese proceso al obispo castrense se le dio la categoría de Subsecretario, con sueldo pago por el Estado. Los funcionarios del gobierno de esa época y posterior, con Fernando de la Rúa de presidente, tuvieron relaciones directas, muy aceitadas, con sectores del Vaticano que crearon mas de un enfrentamiento con el Episcopado de la Iglesia Católica Romana de Argentina. Baseotto pertenece a ese grupo argentino-vaticanista que, a su vez, es el que lo sostiene
¿Qué es lo que ocurre entre bambalinas? Como suele pasar, en estos casos, hay interrogantes a dilucidar.
La decisión del Vaticano ¿es para hacer ver que no afloja ante un pedido de civiles y luego cambiará de lugar a Baseotto? ¿Es una movida para endurecer posiciones, teniendo en cuenta que el tema es el aborto? ¿Cuáles son los contenidos de las gestiones no dadas como oficiales? ¿Cómo se enmarca la dura campaña del Vaticano en contra del aborto con las declaraciones de Baseotto sobre tirar gente al mar? ¿Cómo se enfrenta la doble vía que el obispo castrense como obispo depende del Vaticano a la vez que es un subordinado del Presidente, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas?
La decisión del Vaticano tuvo una velocidad no acostumbrada ni aún por la urgencia de la campaña antiabortista de la ICR. Por otra parte la Cancillería argentina utilizó varios mecanismos para dar a entender que el cambio de Baseotto se producirá y que no necesariamente será inmediato. La Conferencia Episcopal Argentina de la ICR, reunida en estos días, reafirmó su posición contra el aborto pero nada dijo sobre la actitud de Baseotto, una formalidad que asumió la mayoría de los obispo desde que se desencadenó el enfrentamiento.
Otro dato, que debe ser incluido en esta situación, es que el Senado aprobó el protocolo adicional de la Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación de la Mujer, conocido por las siglas CEDAW, al que el Episcopado de la ICR se oponía con el argumento de era un camino hacia la legalización del aborto, una interpretación negada por el Ministro del Interior, Rafael Bielsa.
En estos días el Presidente Kirchner envió dos cartas al Papa, por intermedio del Embajador de Argentina en la Santa Seda, Carlos Custer. Una de ellas sobre el restablecimiento del Papa y la celebración de la Pascua, y la otra por la beatificación de fray Mamerto Esquiú. Hay quienes interpretan este gesto como una acción de distensión en medio del conflicto.
A esta descripción del problema debe agregarse otros ingredientes. Uno de ellos que esta actitud del Gobierno ante las declaraciones de Baseotto debe colocarse dentro del cuadro de decisiones que le corresponde al Gobierno -remover un funcionario cuando así lo cree conveniente- y de defensa de la soberanía nacional ante declaraciones de un representante extranjero, como sería el Obispo que depende del Estado Vaticano. Desde esta óptica la actitud del Gobierno argentino es coherente con otras que van desde el terreno de la economía a la defensa de los DDHH.
Otro ingrediente es que para la ICR este conflicto, sobre el aborto en Argentina, es parte de un quehacer internacional de ella y no solo de Latinoamérica. Desde hace unos dos años el Vaticano ha ido sembrando la idea de que la ICR es perseguida por estos enfrentamientos. El producto de la persecución aún no ha sido posible venderlo pero eso no impide que también se mencione esa versión en el caso de Argentina.
Existe un tercer elemento. Desde el Gobierno de EEUU el tema del sexo -aborto, homosexualidad, virginidad- se despliega dentro del contexto político con innegable apoyo que barre las fronteras denominacionales eclesiásticas.
También es innegable que las conversaciones de Bush con el Papa y de altos funcionarios de EEUU con sus pares del Vaticano, no es solo para hablar sobre el tiempo y de estos no debe extrañar a nadie ya que son dos Estados muy poderosos.
Por lo tanto el caso Argentina/Vaticano no debe desligarse del acontecer internacional de la lucha por sociedades pluralistas y autónomas y de la construcción interhumana con menos hipocresía y preeminencia de valores legítimos, que no necesariamente deben coincidir con los del pasado.