Aparecido en Haaretz -6 de julio de 2004-:

El precio del lavado de cerebro

MONTREAL - Encontrarse hoy día con las comunidades judías en el extranjero causa varias sorpresas. Ellas vieron ansiosas y afligidas a israelíes en las sombras de ataques terroristas y llevaron luto con ellos. Los años de Intifada llevaron a los judíos de la Diáspora más cerca de Israel porque sentían que la crisis existencial para Israel era tan grande como lo era en los días de la Guerra de Yom Kipur.

Por Daniel Ben-Simon

Ésa es la razón por la que aumentaron sus donaciones financieras e incluso enviaron a sus niños a visitar Israel. No hay nada como una crisis para intensificar la solidaridad entre los israelíes y la judeidad de la Diáspora. «Siempre que hay un ataque terrorista,» dijo Haim Musicant, secretario general del CRIF, la organización paraguas del judaísmo francés, «los judíos franceses sienten como si les pasó a ellos. Todo lo que pasa en Israel afecta sus vidas. Ellos sienten como israelíes».

A la derecha de los gobiernos

Desde el fracaso de la cumbre de Camp David de 2000, las comunidades judías han estado absolutamente a la derecha de los gobiernos israelíes, promoviendo la política oficial de que Israel no tiene ningún socio para las negociaciones. Como en Israel, las comunidades de la Diáspora consideraron el compromiso como derrotismo, y aquellos que están a favor del diálogo y el acuerdo con los palestinos fueron condenados por abatir la terrible Intifada sobre Israel.
Ariel Sharón se volvió un héroe, y los judíos hablaron de él como si fuera el Rey David. Incluso intelectuales judíos franceses que fueron asqueados en el pasado por su mismo nombre, lo abrazaron. Bernard Henri-Levy lo elogia, Alain Finkielkraut lo redescubrió, Marek Alter deseó mucho encontrarse con él durante una visita a Jerusalem.
Parece que los judíos fueron tomados desprevenidos cuando oyeron hablar del plan de desconexión de Sharón. Leyeron sobre la intención de dejar Gaza y estaban particularmente sorprendidos por el plan para evacuar a los colonos. Durante años habían tenido noticias algo diferentes de los portavoces oficiales israelíes, y siempre adoptaron la política israelí como si fuera la Torá del Sinaí.

La mimetización

Así, mientras Sharón puede haber cambiado sus puntos de vista, los judíos no. El hombre que elevó los asentamientos hacia un santo pedestal se las ingenió para convencer a la judeidad de la Diáspora de que Israel no existiría sin los asentamientos, que Tel Aviv no existiría sin Netzarim. Casi cada embajador israelí cedió a esas políticas y ciegamente recitaron el capítulo y el verso de cuán importantes son los asentamientos -todos los asentamientos- para Israel.
La Agencia Judía se identificó de tal manera con la visión de los asentamientos que nombró a un colono, Menachem Gur Ari, para encabezar su organización en Francia. Los años de lavado de cerebro convirtieron a los judíos organizados de la Diáspora en soldados fieles, alistados en la causa de la Israel oficial.
Ahora están pidiéndoles que cambien sus puntos de vista, y ellos no saben qué pensar.
Yo visité, hace poco, una estación de radio judía en París. Nueve de cada diez oyentes hablaron con adulación sobre Sharón y su negativa a ceder o conceder algo. Eso era antes del plan de desconexión. «Señor, esas personas del Acuerdo de Ginebra deberían ser colgadas en la plaza central de Tel Aviv,» vociferó un oyente. Cuando fue preguntado por qué, dijo que ellos atacaron por la espalda al Gobierno. Otro oyente, no menos enfadado, describió a la izquierda como traidores. Dijo que cualquiera que devuelve cualquier asentamiento es un traidor. Preguntado lo que pasaría si Sharón devolviera los asentamientos, el oyente llamó traidor también a Sharón.

Los cambios

Hace una semana, cientos de judíos se reunieron en Montreal para oír noticias de los portavoces de Israel. Parecía que muchos se negaban a digerir los cambios que habían tenido lugar en Sharón. Una mujer habló a los israelíes con lágrimas en sus ojos. «Ustedes no pueden burlarse de nosotros, se lamentó. Durante años llenaron nuestras cabezas contra los palestinos y nos dijeron que ninguna concesión puede ser hecha.
Ustedes nos dijeron que los asentamientos los están protegiendo. Esa es la razón por la que contribuí con dinero, a pesar de mi situación económica. Ahora están haciendo exactamente lo contrario. ¿Cómo se supone que yo me sienta? No es bueno, lo que ustedes están haciendo.»
Otro judío se preguntó ¿cómo «todos sus primeros ministros le dijeron al Presidente Clinton que estaban listos para dejar el Golán, después de que ellos nos dijeron que el Golán sirvió como los ojos del país?»
Un judío de Montreal exigió que Israel trate en serio a los judíos de la Diáspora y no como títeres. Otro habló contra la verdad y la transparencia y sostuvo que los judíos siempre deben creer que Israel está desamparado, para que aquellos permanezcan cerca de él.
«Aún cuando ustedes nos digan que la situación en Israel no está en problemas, nosotros continuaremos pensando que sí lo está -explicó sin intentar esconder su sonrisa- porque nosotros necesitamos pensar eso».

El lavado de cerebro

El Profesor Ze’ev Sternhell, quien tomó parte en las discusiones, se asustó por la hostilidad dirigida contra él. Toda vez que habló a favor de un acuerdo de paz fue interrumpido y abucheado. Cuantas veces habló sobre cómo los israelíes necesitan la paz, fue acallado por el público. Cuando se atrevió a decir que los palestinos también son seres humanos, los abucheadores silbaron para echarlo fuera.
– «¿Se han vuelto ustedes locos?», preguntó a los centenares de judíos que se reunieron en el lujoso centro comunitario.
-«¡Están matando a mujeres y niños en los ataques terroristas, nuestros muchachos jóvenes están siendo asesinados en los territorios, y ustedes hacen una farsa de toda esta cosa, como si nosotros estuviéramos viviendo alguna escena de producción para su causa!»

Uno de los líderes de la comunidad ocultó su cara entre sus manos como muestra de una perturbación absoluta. «Este es el precio que nosotros estamos pagando por el lavado de cerebro que ustedes nos han hecho,» dijo tristemente.